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Corey Valkyries, Zafiro 1956

Corey ha sido perseguido toda su vida debido a sus poderes tan inusuales, por lo que, para ocultarse, aprovecha su apariencia andrógina y se hace pasar por una bruja ordinaria. Sin embargo, para sobrevivir deberá tomar una decisión que lo obligará a revelar su identidad: aliarse a un grupo de mercenarios o perecer en completo abandono. Junto a ese grupo de mercenarios, conocidos como Oro-Gris, encontrará un libro mágico de las leyendas de Zafiro, y descubrirá que algo más oscuro sucede alrededor de aquella sociedad mágica que lo ha buscado por tantos años. Ahora Corey tendrá en sus manos una oportunidad para destruir o salvar al mundo entero...

Kiritomo_Deeh · Fantasy
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17 Chs

Capítulo tres

Corey corría con rapidez hacia la posición del líder y los demás.

—¡Jefe, al suelo! —Corey gritó.

Ya había convocado otra circunferencia, pero ahora creaba unos lazos que protegían a sus camaradas de la magia enemiga.

Los magos de rostros cubiertos lanzaban bolas de fuego, piedras gigantes, agua y ráfagas de viento; avanzaban con un paso firme y sin titubear.

Cuando Corey quedó frente a los atacantes, dibujó una estrella y varios círculos y runas en el interior de ésta; conocía el poder de los brujos y brujas de esa organización, pues él había sido instruido para usar su magia sólo para destruir. Al terminar el hechizo, Corey generó una especie de gas oscuro que consumía los ataques.

—¡Niña, debes recolectar la Dragonita! —dijo Chad.

—Lo siento, señor —repuso Corey con seguridad—, pero tampoco tiene oportunidad contra Ignatis Magika.

—¿Ignatis Magika?

Corey ignoró a su líder; ahora iniciaba otro conjuro para ahuyentar a los magos frente a él. Con maestría terminó un símbolo romboide y al tocarlo unos pilares de oscuridad comenzaron a aparecer desde el suelo. Los enemigos hacían un esfuerzo por protegerse, pero fallaban. Unos minutos después, los atacantes huyeron y la magia se detuvo; Corey deshizo su hechizo y suspiró con pesadez.

Raymond, Donovan y Julien arribaron a la posición del resto; pero Raymond se acercó a su padre y lo asistió.

—¡Papá! ¿Estás herido? —Raymond inquirió con un tono desesperado.

—Estoy bien. La chica llegó a tiempo —dijo el hombre—, aunque me desobedeció.

—Señor —Corey dio una media vuelta y prosiguió—, Ignatis Magika no va a detenerse aunque usted sea un civil sin magia. Ustedes pudieron haber muerto aquí.

—Ignatis Magika… ¿No se supone que carecen de la jurisdicción en Greysten? Además, de acuerdo a la ley, justo como lo dices, ellos no pueden atacar a quienes no son magos ni brujas.

—No lo comprende… Al ser la asociación de magia más grande y poderosa de todo el mundo, comandada por magos y brujas de la Elite, actualmente son una organización militar que sólo tienen un objetivo: matar a quienes se interpongan en sus planes. No podía abandonarlo a usted o al resto. A ellos no les importa la ley, ni las reglas…

—Gracias —Raymond pronunció con calidez, luego tocó el hombro de Corey—; de verdad agradezco tanto que hayas salvado a mi padre… Sé que he dudado de ti, pero me has demostrado que en realidad estás comprometida con nosotros.

El rostro de Corey se enrojeció un poco; luego el adolescente agachó la mirada y percibió a su corazón latir con fuerza.

—Bueno, debemos buscar la piedra que nos pidieron —Donovan habló con prontitud; se acercó a Corey y tomó su brazo—. Ven, corazón, busquemos juntos.

—Debemos hacerlo con rapidez —aseguró Chad—, así que, Raymond, ayúdales.

—Papá… Está bien —aceptó el joven.

Corey y Donovan avanzaron primero y los reclamos iniciaron. Donovan decía que no estaba muy feliz con la forma de actuar de Raymond, ya que había creído que era claro para el grupo que él tenía intenciones amorosas. Sin embargo, Corey no prestaba atención; su cabeza daba vueltas en teorías sobre el asalto de Ignatis Magika. Aquellos magos buscaban algo, y quizás era el mismo objeto que la familia Von Werff deseaba.

—Oigan —Raymond se unió a la conversación—, dejen de perder el tiempo y tomemos la piedra.

—Ya lo sabemos —Donovan dijo con molestia—, y para tu información, Corey y yo estamos saliendo. —Se detuvo y encaró a Raymond—. Así que no quiero que te acerques a ella con tus intenciones románticas.

—¿Q-Qué? —por fin Corey habló. Su rostro se ruborizó por completo y contempló a los otros dos jóvenes—. Espera, Donovan, nosotros no estamos saliendo…

—¿No? —ahora Raymond dudó.

—Nos hemos besado —Donovan expuso—, eso es suficiente para que seas mi novia.

—¿Novia? —Corey estuvo a punto de recriminar, pero recordó que todos lo veían como a una chica. Suspiró y negó con la cabeza—. No he dicho que seamos una pareja, Donovan.

—Bien, ahora sabes que ya eres mi novia.

—Antes de eso creo que deberíamos hablar. Además, Raymond no ha hecho nada.

—Me he fijado en la forma en que te mira.

—Tenía dudas respecto a ella —Raymond aseguró.

De pronto, los mayores se enfocaron en una discusión. Corey los ignoró y dio unos pasos hacia la costa; había una energía latente en todo el sitio y, con ayuda de esto, podía detectar varias piedras de Dragonita que concentraban más poder que otras.

A la derecha, cerca de un árbol, Corey pensó con calma.

Con tranquilidad, el adolescente dio unos pasos y se detuvo frente al árbol más grueso y cercano a la costa. En una de las rocas naturales había una especie de trozos de cristales de tonos rojizos brillantes. Uno de estos pedazos resplandecía con más potencia y su cuerpo tenía una marca. Corey no lo tocó, ya que sabía que pondría en riesgo su identidad; pero lo contempló. La marca era una especie de tres rayones, como si algún tipo de garra hubiera dejado esa peculiaridad.

—¡Corey, bombón! —Donovan gritó al acercarse al jovencito—; ¿por qué me dejaste con el tarado de Raymond?

—Dame la reliquia que parece una cajita —Corey pidió.

Donovan entregó el alhajero y aguardó. Con plena calma, Corey activó el poder de la reliquia mágica y modificó el hechizo para crear una protección especial, luego se inclinó y sostuvo la piedra de Dragonita en su mano libre. Por unos instantes su magia activó algún tipo de visión y mostró un sinfín de imágenes. Primero veía una especie de edificio de paredes blancas, extraños aparatos que proyectaban gráficas y máquinas llenas de botones y tubos que conectaban con cápsulas, después había un campo de batalla entre humanos y otros individuos de ojos rojos resplandecientes. De entre las visiones, hubieron dos que Corey encontró en exceso bizarras. La primera era una especie de barco, como una galera ordinaria pero que volaba entre las nubes; en la cubierta de la nave se hallaba un individuo de cabellos rojos rodeado de un aura en exceso peculiar. La segunda mostraba una pelea entre humanos, dragones y demonios.

—¿Corazón, estás bien? —Donovan preguntó al notar a Corey como en un trance.

Corey volvió a mirar el cristal y suspiró. Con ayuda de su magia había recopilado información vital respecto a este mineral; empero, había visto cosas que no tenían sentido. ¿De qué forma esta roca se movería e interactuaría como un individuo ordinario?

—E-Estoy bien… —Corey expuso al guardar la roca de Dragonita en el interior de la caja—. Vámonos de aquí.

***

Por fortuna, el regreso no fue tan pesado como la ida; el padre de Raymond dividió al grupo para priorizar el viaje hasta Greysten y crear una distracción para los posibles enemigos.

Corey iba en el grupo de protección, junto a Chad, Marty y Donovan; mientras que Rebecca, Raymond, Hilda y Julien serían el señuelo.

Cuando llegaron a la ciudad de Greysten, Chad y Marty se encargaron de la entrega, por lo que dejaron que el grupo regresara a los cuarteles para descansar.

Corey estaba agotado, ya que había mantenido el hechizo de protección del alhajero a tope y evitar que otros magos y brujas pudieran detectar el poder inusual del cristal Dragonita. Había entrado a su habitación y había retirado sus botas y sombrero; deseaba tomar una ducha larga, pero fue interrumpido por Donovan. Debido a que la puerta no había sido cerrada con seguro, Donovan había entrado con desaire.

—¿Podemos hablar? —Donovan inquirió al colocar el seguro en la puerta.

Corey miró al otro joven y aguardó.

Donovan avanzó y se detuvo frente al adolescente; movió su cabello con suavidad y lo besó en los labios. Corey dio unos pasos atrás y topó con la cama.

—¿Podrías dejar de besarme? —Corey pidió.

—¿Por qué? Te gusta… Además, eres mi tipo, nena. Quiero que salgamos, que nos besemos, que nos toquemos y quiero que tengamos sexo.

Corey suspiró con fuerza y agachó el rostro. Sabía que la mejor manera para alejar a Donovan sería revelarle la verdad, pero estaba consciente de que eso lo pondría en un riesgo total.

—Donovan, yo nunca he salido con nadie. Toda mi vida ha sido complicada… sólo he podido sobrevivir. Nunca he tenido el lujo de pensar en relaciones, así que… no creo que sea lo mejor.

—Anda —Donovan insistió.

La distancia entre los dos se encogió; Donovan sujetó el rostro de Corey y lo besó con pasión. El adolescente desistió y cayó sobre el colchón de la cama; intentó girar, pero Donovan se colocó sobre él. Ahora el mayor contemplaba la imagen de Corey; se movía con lentitud y volvía a besarlo. Las manos de Donovan se metieron debajo de la blusa y tocaron la piel tersa del menor. Corey sujetó las muñecas de Donovan y esto provocó al mayor.

Con fuerza, Donovan aprisionó a Corey de sus manos al colocarlas hacia arriba; usaba su peso para impedir el movimiento del adolescente. Otra vez besaba sus labios; metía su lengua, y con la otra mano libre sujetaba la cintura de Corey. Por unos minutos, Corey se estremeció al sentir el tacto de Donovan, pero hizo un último esfuerzo para liberarse. Donovan detuvo el beso y dejó las manos de Corey en libertad.

—Corey, hablo en serio con lo que te pido —dijo el mayor.

En seguida, Donovan levantó la blusa de Corey y buscó su pecho.

—N-No, por favor… Donovan, yo no quiero esto… —Corey gimió un poco al percibir el tacto agresivo del otro y se intentó sentar.

Cuando Donovan sintió la piel de Corey y sus pezones pequeños, pero excitados, se detuvo. Retiró por completo la blusa y el corsé, luego sujetó las muñecas de Corey y miró su torso desnudo.

—¿P-Por qué no tienes pechos? —Donovan dudó con un tono un poco incrédulo.

Corey llevó sus ojos hacia la derecha y buscó por una excusa.

A continuación, Donovan soltó al menor y comenzó a bajar su falda y pantalones cortos y bombachos. Corey se resistió, pero Donovan consiguió despojarlo de su ropa; lo único que podía hacer era cubrir su ingle. Donovan se puso de pie y volvió a aprisionar las manos de Corey; sus ojos recorrían el cuerpo delgado y tembloroso del adolescente.

—Eres un hombre —Donovan susurró atónito—, un hombre…

Corey sintió sus ojos llenarse de lágrimas; creía que era el final de su corta estadía con Oro-Gris.

—Y-Yo… —Corey se atrevió a hablar.

Donovan lo soltó y dio dos pasos hacia atrás; su rostro todavía mostraba incredulidad.

—Eres… repugnante. ¿Dime, disfrutas al engañar a otros?

—Yo… no te he engañado —Corey compuso—, porque tú iniciaste todo esto. Te dije que teníamos que hablar.

De un momento a otro, Donovan abofeteó el rostro del adolescente sin cuidado.

—Agradece que no voy a matarte, y que no le diré por ahora al resto del grupo que eres un desviado de mierda —Donovan dijo—, eres un maldito enfermo. Eres tan repugnante que no mereces la vida… No vuelvas a acercarte a mí, basura.

Y, con rapidez, Donovan abandonó la habitación. Corey se quedó inmóvil por unos minutos; sus ojos estaban fijos en la puerta. Quizás merecía el repudio de Donovan y los demás, tal vez todo eso era correcto, ya que él era un error. Sin embargo, comenzó a llorar y cubrió su boca.

¿Por qué?, Corey dudó en silencio. ¿Por qué debía sentirse así, tan sucio, tan desolado?, ¿a caso siempre tendría que ocultarse y vivir despreciado por otros? Incluso sus poderes eran una malformación en la magia, y eran la causa de que otros quisieran controlarle o matarle. Corey había olvidado lo doloroso que era ser señalado una y otra vez.

Al detener su llanto, se tranquilizó un poco; si iba a ser expulsado del grupo de mercenarios, lo mejor sería irse por su propia cuenta lo más pronto posible. Acomodó su ropa, se puso las botas y tomó su sombrero. Se puso de pie y caminó hacia el exterior.

***

El adolescente bajaba las escaleras con rapidez, hasta que se topó con una persona; era el líder.

—Corey, ¿estás bien? —cuestionó Chad.

—Eh —Corey titubeó—, s-sí…

—¿Segura? No luces bien… Oh —el mayor expresó y agregó—: quizás estás un poco molesta, ¿verdad? Ven, vamos a hablar.

Corey aguardó un poco, pero aceptó la orden. Siguió al jefe hasta una especie de estudio que estaba en la planta baja. Se había convencido de que si debía usar la magia contra ese hombre, entonces lo haría.

—Anda, siéntate —pidió Chad; cerró la puerta y caminó hasta la silla detrás del escritorio—. ¿Quieres beber un poco?

Corey negó con la cabeza. El líder sirvió un licor transparente en un vaso y bebió un sorbo.

—Lamento la forma en que te hablé, jovencita, pero no me percaté del peligro en el que estábamos. Nunca antes había escuchado que Ignatis Magika atacara a los que no somos magos o brujas —expuso el jefe al beber todo de un trago—; ya que la mayoría que pertenece a ese grupo… Bueno, lo sabes ¿no? Eres una bruja, así que es normal que conozcas de ellos. Sin embargo, tú te referiste a ellos como militares y soldados letales.

—Lo son —reveló Corey—, porque han iniciado una especie de control absoluto contra los magos y brujas.

—Y tú estás libre… aquí, con nosotros. No te pregunté tu nombre de familia, porque estaba necesitado de un mago o bruja; ya había aceptado la misión de Von Werff, pero lo había hecho antes de que nos traicionaran. No lo tomes a mal, niña, yo no tengo interés en obligarte a resolver mis dudas. El tiempo me dirá si tu presencia será valiosa o un problema; por ahora te pido que comprendas que una orden mía es absoluta.

—¿Era lo único que de lo que quería hablar?

—Pensé que estabas molesta por esa razón.

—Oh… No, no, para nada. Siento mucho que creyera otra cosa, o que lo desobedecí por gusto. Me preocupó su bienestar y el de los demás.

—¿No descansarás? Ah, por cierto —Chad sacó una bolsa de su cajón, luego la arrojó hacia el extremo del escritorio, hacia Corey y dijo—: tu paga. Cincuenta oros.

¿Cincuenta oros?, Corey dudó en silencio. Ni con sus trabajos más pretenciosos era capaz de conseguir diez oros; la paga era en exceso alta para él.

—¿Qué pasa?, ¿no quieres el dinero? Te dije que te pagaría.

Corey cogió la bolsita y agradeció con rapidez.

—Anda, chica, ve a dormir. Mañana iniciaremos otra misión, así que te necesito al máximo.

Corey asintió con la cabeza, se puso de pie y se despidió; dio una media vuelta y caminó hasta la puerta.

—Por cierto, ten cuidado con Donovan. Salió con Hilda cuando la reclutamos hace dos años, así que lo único que suele buscar es diversión.

Claro, Corey pensó, es probable de que no haya dicho nada… apenas ocurrió hace unos momentos.

—Descuide, jefe, creo que entre él y yo no pasará nada —Corey aseguró con un tono falso.

—Bien. No quiero dramas innecesarios. Ve a dormir.

Corey salió del estudio y regresó a su habitación.

***

La noche fue fría, pero Corey no podía conciliar el sueño por otra razón. Sus recuerdos llegaban como alertas que aseguraban lo horrendo que todo podría tornarse.

Desde el momento en que Corey había demostrado un talento único para la magia, sus padres lo habían entregado a un tutor de Ignatis Magika; había sido enseñado a controlar sus poderes, pero también habían designado su destino: un mago que trabajaría la magia experimental de los dragones. De acuerdo a otros, él debía seguir un camino peligroso y obedecer a la familia que mantenía el control de Ignatis Magika; había sido instruido para convertirse en un soldado que daría su vida por el tipo de magia que era forzado a usar. Para sus once años, diez meses después del nacimiento de sus hermanos menores, Robin y Fergus, Corey había recibido la orden de viajar al reino de Ignitem y terminar sus estudios en el monasterio de la organización; sin embargo, había descubierto que él iba a ser sacrificado de alguna forma por el bien mayor de los planes de esos magos y brujas. No había tenido otra opción y había huido de la ciudad Dragonnis, la capital, y había tomado ventaja de su apariencia femenina para ocultarse de sus padres y tutores.

El adolescente suspiró y se movió un poco sobre la cama. No podía usar su magia con libertad, o eso alertaría a otros, así que durante todo este tiempo había trabajado en la fachada de una bruja joven y de un talento común; le había funcionado por casi dos años, pero ahora había sido descubierto por Donovan. Para él era natural e intrínseco a su persona el gusto que tenía por los hombres, pero había aprendido que eso era reprochado y detestado en la sociedad actual. No sólo debía ocultar su identidad, también sus gustos.

Las lágrimas salieron hacia los costados de su rostro; era más que doloroso haber sido rechazado de esa forma, y peor vivir en la incertidumbre de no conocer las intenciones de Donovan… ¿diría la verdad?, y si así sería, ¿cuándo?

¿Qué voy a hacer?, se cuestionó una y otra vez.