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Corey Valkyries, Zafiro 1956

Corey ha sido perseguido toda su vida debido a sus poderes tan inusuales, por lo que, para ocultarse, aprovecha su apariencia andrógina y se hace pasar por una bruja ordinaria. Sin embargo, para sobrevivir deberá tomar una decisión que lo obligará a revelar su identidad: aliarse a un grupo de mercenarios o perecer en completo abandono. Junto a ese grupo de mercenarios, conocidos como Oro-Gris, encontrará un libro mágico de las leyendas de Zafiro, y descubrirá que algo más oscuro sucede alrededor de aquella sociedad mágica que lo ha buscado por tantos años. Ahora Corey tendrá en sus manos una oportunidad para destruir o salvar al mundo entero...

Kiritomo_Deeh · Fantasy
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17 Chs

Capítulo cinco

Para distraer a su mente, Corey había pasado casi toda la noche leyendo; había tomado el libro que había encontrado en las bodegas de Fabian Demmogh y lo hojeaba con lentitud.

Existía una leyenda en todo el mundo, referente a una bruja muy poderosa que había existido mucho tiempo atrás, cuando el planeta había estado en guerra; esta bruja había tenido un poder en exceso peculiar: sellar dragones. Corey sabía que los dragones eran más que simples monstruos y bestias de trofeos; eran entidades pensantes y de capacidades mágicas especiales. Sin embargo ya no existía ese tipo de magia que la bruja de las leyendas había poseído.

A pesar de que era una historia mitológica, Corey podía corroborar muchos hechos debido al trayecto de su propia familia. Las Diez Familias Élites de la Magia eran prueba de que la Bruja de los Dragones no era un simple cuento de hadas, pues cada una de estas sociedades heredaba capacidades mágicas únicas. Corey podía expandir su magia si funcionaba sus poderes con un dragón; aunque jamás lo había hecho, había sido enseñado hechizos de alta dificultad y demasiado oscuros. También era obvio que con el paso del tiempo el talento se había modificado y la magia se simplificaba cada vez más.

Dentro de la leyenda, conocida como la Leyenda de Cristal, se hablaba de un sello mágico que restauraría el orden en todo el mundo y de un Elegido. Pero para lograrlo, era necesario conocer las enseñanzas de un libro especial: el Libro del Sello.

La portada del tomo frente al joven tenía dibujado un círculo mágico en tono dorado, y había runas antiguas del idioma de los dragones. Corey no podía leer esa lengua, pero era capaz de reconocer la simbología mágica de algunos hechizos. Parecía como una recopilación histórica, récords de antiguos poderes, más que un libro de instrucciones; mostrando una peculiaridad: la escritura lucía hecha a mano, en alguna tinta resistente. Era fácil reconocerlo así, ya que las hojas amarillentas y casi como oxidadas denotaban la antigüedad del objeto. Quizás aquél Elegido de las leyendas podría leer el contenido de ese libro y algún día usar su poder para salvar al planeta como alguna vez lo hizo la bruja de las historias del pasado.

Corey desistió casi cuando el sol comenzó a salir. Recordaba que hoy tendría una misión difícil. Salió de la cama, entró al baño y se duchó con prisa; no había dormido nada y después del último evento su cabeza sólo arrojaba deseos por abandonar al grupo de mercenarios.

Una vez terminó su actividad, el adolescente se alistó y guardó el libro en su morral personal. Inició el paso hacia la salida y abandonó la habitación.

***

El comedor estaba repleto; todo el grupo desayunaba y hablaba de temas variados. Marty había preparado un tipo de panqué aplastado que podía acompañarse con frutas, chocolate y otros aditamentos.

Raymond se puso de pie y recibió a Corey; permitió que el menor se sentara junto a él. Corey contempló las acciones de Marty al servir su plato y un vaso de leche.

—¿Quieres mermelada o miel? —la voz de Marty sonó entre las conversaciones de otros.

Corey no replicó; tenía la mirada baja y no tenía apetito. No podía creer que después de lo pasado, Donovan se comportara como si nada y sonriera junto a Hilda.

—¿Pasa algo malo, niña? —ahora cuestionó el líder Chad al notar la expresión de Corey—. Si no comes ahora, no podrás hacerlo en el camino hacia el puerto. Esta misión será peligrosa y tú estarás en la línea frontal.

Corey levantó el rostro y miró de frente al jefe. Tal vez todo sería mejor si renunciaba en ese preciso instante; si se alejaba de esas personas y vagara por su cuenta.

De pronto, Raymond tocó la mano de Corey y obtuvo una reacción.

—Corey está un poco cansada, papá —Raymond abogó—, pero hará su mejor esfuerzo hoy.

El adolescente movió la cabeza hacia el resto del grupo y se encontró con la mirada de Donovan. Las lágrimas se apilaban en sus ojos, y creía que rompería en el llanto en cualquier momento.

—Corey —Raymond pronunció con amabilidad—, comamos, anda.

Corey agachó el rostro y obedeció. Comió unos cuantos pedazos de los panqueques, pero no lo suficiente.

Al paso de unos minutos, el grupo se preparó para partir. Usaron los carruajes de ciudad y condujeron hasta el sur de Greysten.

***

Durante el camino Corey evitó todo contacto con Donovan y se quedó junto a Raymond; no podía confiar en nadie más, ni podía hablar de lo sucedido porque desconocía las reacciones que el grupo tendría. Era una tortura; casi como si hubiera regresado a su infancia, donde no había tenido derecho a expresarse de ninguna forma y donde sólo había sido tratado como una herramienta.

—Para la misión de hoy, tú y yo iremos con mi padre, Corey —Raymond rompió el silencio cercano.

—¿Por qué tengo que trabajar con el idiota de Donovan? —Hilda cuestionó con burla.

—Ustedes causarán la distracción.

—Bueno, supongo que para Corey será mejor no tener contacto con su ex.

—Nunca salimos —Donovan repuso molesto—, y sí, para mí es mejor evitar contacto con… —Contempló al adolescente con enojo y terminó la frase—: con otros, aparte de ti, Hilda.

—Ay, Donovan —Hilda expresó con jugueteo—, entre tú y yo nunca pasará nada. Acéptalo, eres un fracaso como hombre.

—¿Qué dijiste? —Donovan amenazó a Hilda al sacar una de sus dagas de su chaleco—. Yo no soy un fracaso como hombre.

—Donovan, tranquilízate —Raymond interpuso.

—Tú cállate.

—Joder, Donny… —Hilda se rió con descaro—. No sabes aceptar una simple broma.

Donovan desistió y cruzó los brazos.

Corey, por su cuenta, prefería guardar silencio. Todavía se debatía si huir en esa misión o no.

***

El puerto de Greysten no era muy grande, pero se podían percibir barcos anclados cerca del faro de luz que se usaba como guía en las noches. La brisa del mar era un poco densa, pero era debido a la estación del año; además, la mayoría de las personas parecían mercantes y pesqueros de oficio regular.

El grupo de mercenarios se estacionó cerca de una especie de almacén con ventanas altas. El líder había dividido a su gente en el equipo de infiltración, el de distracción y el de ataque. Por desgracia, esa misión no podía esperar más, y, por la tardanza del cliente al revelar la información, había sido clasificada como de alto riesgo.

—Corey, Raymond, ustedes vendrán conmigo —el jefe pronunció con seguridad—, Julien, Marty y Rebecca serán el equipo de ataque. Ustedes enfrentarán a los guardias que se interpongan en nuestro camino. Hilda y Donovan, realizarán toda la distracción posible.

—¿Podemos usar los puestos locales? —Hilda inquirió.

—Lo que sea necesario.

—Jefe —Rebecca intervino—, ¿está seguro?

—No hay opción. Si no conseguimos el amuleto que nos pidió el cliente hoy mismo, habremos fallado y perdido más de cincuenta mil oros.

—¿Cincuenta mil? —inquirieron Hilda y Donovan a la par.

—Sí. Si lo conseguimos, habremos ganado más de mil oros cada uno de nosotros, así que vayamos.

Corey siguió al líder y Raymond una vez se distanciaron. Hilda y Donovan se dirigieron al malecón y comenzaron con los estragos.

—Corey —el jefe susurró al aguardar cerca de la pared de protección—, nos estarán esperando… Son magos y brujas de Ignatis Magika.

¿Por qué Ignatis Magika?, Corey dudó en silencio.

—Te necesito enfocada, ¿comprendes?

El jefe contempló al adolescente y éste sólo asintió con la cabeza.

La misión inició una vez la señal de Chad fue recibida, y Corey se infiltró con el resto al faro de luz. Todavía no era claro qué robarían y por qué en el faro.

En el interior del edificio había unas puertas en los extremos contrarios, y unas escaleras circulares. Corey detectó un hechizo de ataque y creó una barrera mágica con ayuda de un símbolo y las piedras del piso.

—¡Iniciaron el ataque, papá! —Raymond gritó al preparar su espada.

—Joder —Chad opinó con enojo—, creí que lo estarían resguardando.

De las dos puertas aparecieron dos figuras. El primero era un hombre de tez oscura, cabeza calva y el rostro cubierto por una máscara con facciones felinas. La segunda era una joven de cabello castaño, de tez morena clara y un antifaz adornado con cuernos y plumas.

Cazadores, Corey pensó con rapidez, ¿por qué han enviado cazadores aquí? ¿Qué se esconde en este faro?

Sin esperar, los dos enemigos iniciaron su ataque. El hombre transmutó una lanza al emplear un círculo mágico sobre la arena y tierra cercana; luego atacó al líder con arremetidas precisas. La mujer conjuró una ola de fuego encima de Corey y Raymond; era como una catarata espumosa de flamas.

Corey creó un círculo mágico con runas de fuego y desvió el ataque hacia la mujer. Debido al espacio reducido, los enfrentamientos rompían los barriles, sacos de arena, cajas de protección y los pocos muebles.

—¡Ladrones! —la voz del mago enmascarado resonó con fuerza.

—Oye, todavía no robamos nada —el jefe Chad habló con seguridad.

—Ustedes sabían que el libro estaba aquí, ¿por qué otra razón vendrían?

¿Libro?, Corey cuestionó en silencio.

Sin mucho problema, Corey había creado una prisión cúbica de paredes oscuras semi-transparentes que impedía a la bruja usar su magia. Después, transmutó la piedra de las paredes y aprisionó al otro contrincante. Como Corey identificaba el núcleo de la base de los poderes de esos dos, sabía qué tipo de hechizos usar.

—Mierda —el brujo habló molesto—, su pequeña bruja no es tonta… Debe ser una desertora de Ignatis Magika.

—Vayamos arriba —Chad informó e ignoró al hombre enemigo.

Raymond y Corey acataron la orden y subieron en compañía del líder. Antes de arribar al piso más alto, había una cámara circular construida toda en madera con una especie de pilar que contenía una puerta metálica. El líder la abrió y buscó en el interior.

—N-No está —Chad dijo consternado.

—Papá, déjame intentarlo. —Raymond se acercó al escondite y metió el brazo; como era un poco más alto que su padre no tuvo problemas en alcanzar toda la bodega pequeña—. No, no hay nada. Está vacía.

—¿Qué es lo que están buscando? —Corey indagó.

—Un libro de magia que nuestro cliente necesita —reveló el líder—, me informó que sus mercantes lo guardarían aquí, ya que ellos transportaron el libro desde el continente del extremo sur.

—El libro… ¿es el de las leyendas?

—Sí.

Corey abrió su morral y sacó el tomo que había robado junto a Donovan.

—Donovan y yo lo encontramos en las bodegas de Fabian Demmogh —divulgó el adolescente.

—Joder, ¿por qué no dijeron nada?

—Papá —Raymond se interpuso al quedar junto a Corey—, ellos no sabían que era lo que tu cliente te pediría. Eso quiere decir que Demmogh lo robó de los mercantes.

—Piratas —Chad opinó disgustado.

—Pero, jefe —Corey habló con rapidez—, si Ignatis Magika también fue informada… Esa organización nos perseguirá.

—Descuida, yo arreglaré los detalles con el cliente. Pero, antes de entregar el libro, nosotros haremos un viaje hasta los bosques del norte.

—¿Un viaje? Papá, son tres días de aquí hasta las montañas del norte —Raymond compuso—, ¿qué te pidieron ahora?

—N-Nada… —titubeó un poco Chad—. Nosotros cazaremos a un dragón y lo venderemos al mejor postor. Con Corey en el grupo y con el libro de las leyendas de esas bestias, podremos hacerlo. Por ahora regresaremos a los cuarteles y tomaremos misiones de clase simple.

—Sólo espero que no cometas un error, papá.

—Vamos, muchacho, ¿dónde quedó tu espíritu mercante? —Chad dijo con una risa bonachona.

***

Justo como el líder había predicho, Oro-Gris trabajaba en misiones simples: recolecciones, capturas de ladrones y piratas, saldar cuentas con grupos peligrosos y escoltas por periodos cortos.

Corey y Raymond pasaban más tiempo juntos, y esto había comenzado comentarios por parte del grupo, a excepción de Donovan. Incluso el jefe Chad parecía satisfecho con la amistad entre su hijo y el adolescente.

Después de una misión de recolección, Raymond invitó a Corey a una de las tabernas que solía frecuentar; por fin tendrían un tiempo libre para ellos. Corey había aceptado y tenía una idea de lo que su compañero de equipo pediría.

—En tres semanas viajaremos hasta el norte —Raymond inició la conversación mientras bebía—; así que todavía podemos relajarnos.

—¿cómo sabe tu padre que hay un dragón allá? —Corey inquirió con tranquilidad.

—Leyendas, observaciones y récords. Descuida, contigo en el grupo y ese libro, nuestras oportunidades de ganar son muy altas.

Raymond terminó su cerveza; luego acortó la distancia entre él y Corey; por fortuna estaban sentados en una mesa junto a la pared.

—Quiero besarte —Raymond susurró.

Corey sólo aguardó y miró a Raymond.

—He tenido este deseo de besarte, Corey —Raymond reveló de forma sensual—, y no puedo evitar pensar en ti cuando llega la noche… Quiero tocar tu cuerpo.

Antes de que Corey se moviera, Raymond lo besó sin aguardar más. Corey cerró los ojos y disfrutó el tacto con el otro; a diferencia de la interacción con Donovan, con Raymond no existía el miedo de ser descubierto. De pronto, Corey sintió que Raymond acariciaba su pierna y subía su mano lentamente.

—R-Raymond… —Corey rompió la caricia y detuvo la mano del mayor—. ¿No te molesta que sea un hombre?

—N-No —Raymond dijo al mirar a los alrededores—. Te lo dije aquella vez que el imbécil de Donovan te hizo daño. Corey… quiero que… tengamos más cercanía entre nosotros.

—¿D-De… verdad?

Raymond sonrió y asintió con la cabeza. De nuevo, los dos se besaron e ignoraron a las personas en las proximidades por unos minutos. Cuando Raymond se alejó de Corey, sacó unas monedas y las dejó sobre la mesa.

—Ven, vayamos a casa —Raymond dijo sin dejar de sonreír.

Corey asintió con la cabeza y se puso de pie. Ambos salieron de la taberna y anduvieron por las calles. De vez en cuando se detenían para besarse, pero Corey era quien desistía debido al estrés que sentía al ser vistos.

Una vez llegaron a los cuarteles generales, Raymond condujo a Corey de la mano y saludó a Hilda y Marty en el camino sin entablar conversación alguna con ellos. Llegaron hasta la habitación de Raymond y éste colocó el seguro en la puerta al entrar ambos.

Corey observe la habitación de manera detenida; Raymond tenía cuadros en las paredes y el librero lleno de armas y figuras en lugar de libros. Su cama era más grande que la de su propio cuarto, y su escritorio tenía pedazos de madera y metal de algún tipo de ensamblaje.

Cuando Raymond sujetó la cintura de Corey, se inclinó un poco para besar su cuello.

—R-Raymond ��Corey pronunció con un poco de impresión.

El mayor no respondió, sólo caminó junto al adolescente hasta la cama. Raymond retiró su chaleco, playera y botas, luego sentó a Corey y quitó su gorro de bruja.

—R-Raymond —Corey intentó hablar; pero el mayor lo despojaba de su ropa y lo besaba en la boca, cuello y estómago.

De pronto, Corey sintió a Raymond sobre él; ya estaba acostado en el colchón y a veces suspiraba al sentir que Raymond mordía o succionaba su piel. Raymond bajó el short de Corey y tocó su miembro.

—R-Raymond, e-espera un poco, por favor —Corey pidió con el rostro enrojecido.

Raymond contempló a Corey y arrojó una mirada lasciva y deseosa.

—¿No puedo? —Raymond preguntó casi como reprochando.

—E-Es… sólo que… nunca he…

Raymond suspiró y se acercó al adolescente.

—Te deseo, Corey. Por favor… déjame…

Corey pensó por una respuesta; era difícil ignorar las sensaciones que Donovan había provocado en él y no asociarlas a ese instante.

Sin esperar, Raymond acarició el cuerpo del menor. Sujetó el pene de Corey y lo estimuló; se acomodaba de forma que quedó sentado frente al otro. Corey cubría su boca para evitar a su voz salir y hacía un esfuerzo mayor para olvidar el encuentro pasado. Entonces, Raymond intensificó el movimiento y mojó su mano libre para estimular la entrada anal de Corey.

—E-Espera… Raymond… —Corey gemía y hablaba—, p-por favor…

—No voy a hacerte daño, Corey.

Raymond introdujo tres dedos de primera en el cuerpo del adolescente y los movió por el interior con rapidez y fuerza. Corey, por su cuenta, tumbó su cuerpo por completo en la cama y sujetó las sábanas de la cama; mantenía los ojos cerrados y se percataba del temblor de su cuerpo. Estaba un poco asustado, y era capaz de sentir el dolor; pero confiaba en Raymond.

Cuando el mayor retiró los dígitos, bajó su pantalón y llevó su miembro erecto hasta la entrada de Corey; volvió a tocar el pene del adolescente y abrió sus piernas más.

A continuación, Corey sintió una intrusión distinta; era más grueso que los dedos de Raymond, y había calor y un poco de dolor. Raymond se movió con lentitud hasta quedar por completo dentro de Corey; masturbó al menor y comenzó a empujar de afuera hacia dentro.

—Ah… Raymond… d-duele… —Corey repuso al elevar su rostro y contemplar al otro.

Raymond estaba tan excitado que no quiso parar. Inclinó su cuerpo y besó a Corey sin descuidar las embestidas y el miembro del menor. De un momento a otro, Raymond aceleró el ritmo y se distanció del rostro de Corey; ahora usaba sus manos para manipular las piernas del adolescente y acceder con mayor profundidad en él. Corey tapó su boca nuevamente y se concentró en la sensación electrizante que aveces iniciaba desde su trasero y envolvía su miembro. El acto continuó por casi diez minutos, pero Raymond reinició al eyacular en el interior de Corey; había cambiado de posiciones al sentar a Corey sobre él.

—Corey —Raymond acercó su rostro al oído del adolescente y dijo—: me excitas demasiado.

Corey abrazó la espalda de Raymond y contuvo su voz.

—R-Raymond… —Corey intentó hablar; pero estaba inseguro de lo que deseaba expresar.

Sin romper el ritmo de sus cuerpos, los dos muchachos se basaron con pasión y disfrutaron del calor de sus cuerpos.

Esa fue la primera vez que Corey se sintió querido; aunque sin comprender por completo por qué todavía era como un sentimiento que causaba sofocación y decepción.