webnovel

Juegos mentales

♫ I wish i had an angel…

For one moment of love…

I wish i had your angel tonight... ♫

Por primera vez la rubia adicta al heavy metal y fan incondicional, odió aquella canción de Nightwish que tenía como tono de llamada

Al ver quien llamaba, no pudo evitar un:

-¡Fuck!

-Hola Harumin… Dime: ¿Cuánto te pagan por ser tan oportuna?- haciendo sonar el sarcasmo tan fuerte como pudo.

-Hey, quítate los guantes. Llamaba para avisarte que ya estamos por llegar al festival de la escuela.

-Ok… Las espero en la puerta. Ricitos se va a morir de felicidad al verte a ti y a Matsuri.

-¿Qué? ¿La cejona está contigo?

-Aparte de soportarte a ti, ¿Tendré que ver a tus amigotas?- gritó la ofendida Himeko.

-Yuzu, dile a la cejona que ya es hora de que salga del closet o consiga amante… a ver si se le quita lo amargada.

-Himeko, que Harumin y Matsuri te mandan besos.

-Bueno, nos vemos perdedoras. Tengo algo que hacer.

Para cuando Yuzu dejó de hablar, Mei había desaparecido.

-!Fuck¡ !Fuck¡ !Fuck¡

La feliz pareja Taniguchi-Mizusawa hizo su arribo como si fueran un par de estrellas de cine.

Harumi, exhibiendo un sensual vestido con el que había ganado su entrada a las pasarelas de Milán fue la sensación de todas las féminas, quienes le pedían sus datos y un campo en su agenda para que les diseñara algo.

Por su parte Matsuri, con aire relajado observaba los proyectos de ciencias y a la vez buscaba a su Onee-chan, para poder burlarse de Himeko.

Pronto, al verlas, tomó de la mano a su esposa y marcó su territorio con un beso y un:

-Mi amada sempai… Ya vi a Yuzu-nee y a la cejona. Vamos por ellas.

-¡Yuzu-nee!, ¡Cejona!... digo Himeko, ¿Qué tal todo?

-Malditas sean Taniguchi y su enana… pueden irse por donde vinieron.

-Para tu información, cejona en sequía, las ex-alumnas y sus familias tienen paso libre en Aihara- respondió la de pelo rosa.

Ya la escena parecía sacada de los Looney Tunes, cuando Yuzu intervino:

-Ya, ya. Calmadas todas, Himeko: qué tal si nos das un tour por las exhibiciones… tal vez convenzas a Harumin y Matsuri de inscribir a sus hijas…

-¿Cuáles hijas Yuzu?- la castaña miró a su amiga sin saber de qué diantres hablaba.

-Las que tendrán antes de que me enoje con ustedes. Ya lo han aplazado demasiado.

El resto de la tarde fue como una película muda, con las tres chifladas dándole cátedra de bullying a la pobre Himeko, quien en medio de todo gozó como la pequeña de coletas en forma de tirabuzón que una vez fue. Incluso las invitó a su casa para una velada de "Póker, shots y charla de chicas", a lo que Matsuri contestó:

-Sólo voy si es póker de prendas…

Oficina de la Directora

Estaba sudando como si acabara de correr una maratón. Le faltaba el aire, y lo peor: la confusión y los sentimientos reprimidos le habían hecho cortocircuito.

-Oh, Yuzu… ¿Cómo es posible que me hagas temblar las piernas como si fuera una adolescente sin siquiera tocarme? Si en ese instante me hubieras arrojado al suelo y arrancado la ropa, no habría tenido forma de resistirme.

Pronto, una sensación la recorrió, tomándola por asalto desde la entrepierna hasta la punta del cabello… No supo qué pensar.

-Por Dios… ¿Qué me pasa? Tendré que darme una ducha… Afortunadamente la oficina cuenta con un baño y tengo trajes de repuesto.

Luego de advertirle a su asistente que no recibiría llamadas y no atendería a nadie durante los próximos veinticinco minutos, la Directora se desnudó y entró a la ducha.

Rápidamente sintió como la caricia del agua la reconfortaba y bajaba su temperatura, entonces cerró los ojos.

De un momento a otro notó que había alguien detrás suyo. Quiso girar, pero ese alguien se lo impidió tomándola con firmeza por la cintura.

-¿Como en…?

-Shhh. Eso no importa- susurrando en su oído. Mei casi cae de rodillas por el roce del aliento de Yuzu en su oído, combinado con el aroma cítrico, narcótico, que inundó el ambiente.

-Pero, aquí no po…

-Tendré que hacer algo con esa boca tuya- susurró la mayor metiendo dos dedos en la boca de la pelinegra para luego morderle el cuello.

-Ummm- cada célula de su cuerpo saltó, mientras lamía los dedos que aprisionaban su boca.

-¿Recuerdas cuando me mordiste estando en el baño del apartamento de nuestra juventud?- metiendo la pierna derecha entre las piernas de Mei.

-Ahhh, Ahhh…- Mei no pudo articular una sola palabra, lo único que hizo fue mover la cabeza afirmativamente.

La rubia llevaba la rienda, Mei se había transformado en suave arcilla sin voluntad en manos de Yuzu, quien con presteza la moldeaba con cada caricia.

El rítmico e instintivo movimiento de sus caderas, la una detrás de la otra, era una sinfonía de pasión. Mei se olvidó del mundo y de ella misma. Se abandonó por completo a su amante cuando escuchó las tres palabras, poderosas, que tanto necesitaba:

-TE AMO MEI.

Sintiéndose a un segundo del abismal placer, la pelinegra abrió los ojos…

-¿Qué de…?

Sin saber cómo, se descubrió a sí misma, sola bajo la regadera, con una mano en su cuello y la otra, profundo en su entrepierna. Jadeando de necesidad y deseo… Todo fue producto de su imaginación.