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Capítulo 16

Como su primera misión del día, Ash y Kai tomaron un carruaje y se dirigieron hacia una pequeña aldea que estaba en sentido contrario a la suya. El camino tomó unas cuantas horas, durante las cuales los hermanos se entretuvieron jugando a piedra, papel o tijera, adivinanzas e imitando personajes, para matar el aburrimiento.

Al llegar a la entrada de la aldea, los hermanos se prepararon y comenzaron a preguntar dónde vivía el señor que había solicitado ayuda, mostrando el mensaje con la petición. Una vez les indicaron la ubicación, se bajaron del carruaje, se despidieron del conductor y procedieron a ir a la casa del señor.

—Disculpe, señor. Aceptamos la misión de ayudarle con su problema de plagas—dijo Ash, mostrando la hoja.

—¿Ustedes son... aventureros?—preguntó el señor, confundido.

—¡Por supuesto que sí! Venimos para ayudarlo con las plagas. ¡Díganos todo lo que sabe, por favor!—gritó Kai, con postura firme.

—Qué sorpresa, son muy jóvenes. Jojo, y también veo que poseen el uniforme de esa academia—dijo el señor.

—Solo nos gustó el diseño y quisimos imitarlo como nuestro nuevo traje de aventureros, no se preocupe—mencionó Ash con una sonrisa.

—Está bien. Cada noche aparecen unos bichos gigantes y se comen todo nuestro arroz. No solo eso, también se comen las frutas que juntamos y los árboles que están creciendo. Varios aventureros vinieron y mataron unos cuantos, pero siempre aparecen más. Por favor, ayúdennos. Esto nos está perjudicando mucho, tanto en los alimentos como en nuestro cultivo—dijo el señor.

—Mmmh, no se preocupe, señor. Estamos aquí para servirles y eliminaremos la raíz del problema—mencionó Kai, mientras recibía un cabezazo del señor.

—Llamarlo "señor" a "anciano" no es muy educado de tu parte, tonto—mencionó Ash, mirando cómo perseguían a su hermano.

—¡Yo aún no soy un anciano! ¡Tengo 59 años todavía!—dijo el señor, siguiendo a Kai para seguir pegándole.

—Lo siento, lo siento, me emocioné mucho, ¡anciano!—exclamó Kai, mientras corría del señor a toda velocidad.

Desde que llegó a la aldea, Ash se dio cuenta de que la mayoría de los habitantes eran ancianos y niños. Aún más, viendo la situación con las plagas, notaba en los rostros de los ancianos que no la estaban pasando bien. "Necesitamos eliminar a esas plagas cuanto antes", pensó Ash, mirando a los ancianos cultivando los arrozales y frutas.

Esperaron a que anocheciera y estuvieron atentos por toda la zona de la aldea.

—Kai, antes de matar al bicho, fíjate desde qué dirección vienen—dijo Ash.

—Sí—respondió Kai.

Ash se dirigió a la zona de los cultivos y al almacén de frutas y verduras, mientras Kai revisaba las casas de los habitantes por si surgía algún problema. Después de dos horas de espera y vigilancia, los bichos empezaron a aparecer: Ash contó al menos diez cangrejos gigantes, y Kai vio tres en la entrada de la aldea.

—¿Qué demonios? ¡Estas cosas son cangrejos gigantes!—pensó Ash, sorprendido.

Ash blandió su espada, activando su elemento de rayo, y cortó a todos los cangrejos gigantes, luego corrió en la dirección de donde habían venido. Kai también había eliminado a los cangrejos, pero no siguió la dirección de su origen; tenía un mal presentimiento y prefirió quedarse para mantener el área vigilada. Ash, al correr y ver solo árboles, sintió que esos eran los únicos cangrejos que habían aparecido, así que decidió regresar por si aparecían más desde otros lugares, aunque eso nunca sucedió.

Después de vigilar toda la noche, los hermanos se quedaron dormidos, pero al levantarse por la mañana, el señor los encontró y los llevó a descansar en una cama antes de seguir trabajando. Más tarde, la esposa del señor les dio los buenos días y les preparó el desayuno. Después de comer, se dirigieron al lugar de trabajo del señor para informarle que habían eliminado a los bichos y los habían quemado hasta reducirlos a cenizas.

—Por cierto, señor, ¿por qué aquí solo viven personas de la tercera edad y niños?—preguntó Ash.

—En esta aldea, damos la oportunidad a nuestros hijos de ir al reino para tener una mejor vida y educación. Mi hija quiso unirse a las fuerzas armadas del reino, y cuando llegó el momento de partir, fue muy triste para nosotros, pero era algo que no podíamos negarle—respondió el señor—. También hay niños que eligen quedarse y seguir con el legado familiar.

—Interesante... ¿Y sobre estos bichos, comenzaron a aparecer recientemente o hace mucho tiempo?—continuó preguntando Ash para obtener más información.

—Comenzaron a aparecer hace menos de dos meses. Al principio eran criaturas diminutas que podíamos manejar, pero poco a poco empezaron a llegar más grandes, hasta alcanzar el tamaño que vieron hoy—dijo el señor, visiblemente preocupado.

—Mencionaste que otros aventureros vinieron y mataron a algunos, pero siguieron apareciendo, ¿verdad? Será mejor que nos quedemos esta noche también y los observemos desde los árboles—sugirió Ash, mientras observaba a Kai luchando contra el sueño.

Planeaban quedarse uno o dos días más para resolver el problema. Durante la segunda noche, aunque mataron a los cangrejos, perdieron su rastro, dándose cuenta de que los bichos aparecían gradualmente y que deberían alejarse más de la aldea para localizar su criadero. El tercer día, pasaron ayudando en los cultivos, jugando con los niños y observando la paz y la felicidad en la aldea. En la tercera noche, nuevamente fallaron en su estrategia. Para el cuarto día, comenzaron a repartir comida por toda la zona y compartieron comidas en diferentes casas. Antes de la noche, se reunieron alrededor de una fogata con ancianos y niños, escuchando historias de terror. Kai también participó, compartiendo historias sobre él y su hermano Ash, destacando la fuerza de su hermano y cómo fue expulsado de la academia. Todos se enfurecieron por la injusticia y afirmaron que eran muy talentosos y fuertes, y que no necesitaban una academia para volverse poderosos y superar al gran héroe Ezra. Después de tantos elogios y relatos, se retiraron a dormir y los hermanos comenzaron su vigilancia nocturna, frustrados por los fracasos consecutivos.

—Todos estos días hemos notado que los cangrejos no cambian su dirección, así que lógicamente su criadero no debe estar lejos—observó Ash.

—Hermano, mencionaste que estos bichos viven bajo el agua, ¿verdad? Recientemente descubrí un lago cerca de aquí, ¿crees que podría ser ahí?—preguntó Kai.

—Perfecto, entonces debemos esperar y eliminarlos lo antes posible—dijo Ash, apretando los puños.

Esperaron a que los bichos aparecieran nuevamente, y de repente, vieron uno más grande acompañado por una manada entera de cangrejos.

—¡Ash, creo que ha llegado la reina!—gritó Kai, visiblemente asustado.

—Debemos pensar, si peleamos contra esos cangrejos aquí, causaremos daños en la aldea—pensó Ash, nervioso.

—¡Ash, se están acercando a la aldea!—gritó Kai, lleno de temor.

—¡Es verdad! El fuego—exclamó Ash—. Kai, usa tu elemento de fuego y llévalos hacia el lago.

—Mira el tamaño de esa cosa, Ash. ¿Crees que funcionará?—preguntó Kai, con dudas.

Ash y Kai comenzaron a lanzar bolas de fuego al suelo, creando hechizos de llamas alrededor de la aldea, con mucho cuidado de no quemar los árboles del bosque. Los cangrejos, asustados, comenzaron a retroceder por donde habían venido.

—¡Ash, están huyendo! ¡Funcionó! Debemos seguirlos o los perderemos—dijo Kai, corriendo tras los cangrejos.

En ese momento, Ash tuvo un dolor de cabeza y una idea.

—¡Por supuesto! En mi mundo, los cangrejos se comen, y al matarlos, vi que su carne es blanca. ¡Cómo no se me ocurrió antes!—pensó Ash.

Ambos persiguieron a los cangrejos hasta llegar al lago, donde encontraron una cantidad considerable de ellos. En la orilla del lago, una sirena apareció cantando.

—¿Fuiste tú quien envió a estos bichos a la aldea?—preguntó Ash, enfadado.

—Sí, mis niños tenían mucha hambre, y este lago estaba muriendo—explicó la sirena.

—¿Qué quieres decir con que el lago estaba muriendo? Estoy confundido—dijo Kai, tratando de entender.

—Un sujeto vino a pedir ayuda; necesitaba a mis niños y a mi poder. Claro que me negué, pero como castigo, hizo un conjuro que maldijo el agua. He estado intentando romper ese conjuro durante meses sin éxito. Sin comida, mis niños empezaron a morir, hasta que escuché a unos ancianos hablar de su aldea cercana. Al ver la variedad de alimentos, decidí permitirles que comieran todo lo que quisieran, siempre y cuando enviaran algunos para alimentar a mis hijos—explicó la sirena, visiblemente afectada.

—Ya veo. Debo decir que tus niños saben deliciosos cuando se cocinan, ¡jaja!—comentó Ash entre risas.

La sirena, enfurecida, lanzó agua hirviendo y espadas de agua hacia los hermanos, mientras los cangrejos también los atacaban.

—¿No te das cuenta del daño que le estás causando a esta aldea al acabar con sus cultivos? Están quedándose sin comida y no pueden sembrar ni ver crecer nada—gritó Ash, esquivando los ataques de la sirena.

—Eso no debería importarme en absoluto mientras mis niños estén bien alimentados y puedan crecer sanos. No me importa lo que les suceda a los demás—respondió la sirena con firmeza.

—Ash, ¿será mejor acabar con todos?—murmuró Kai con el rostro entristecido.

—No, Kai. Siempre hay otras opciones. Sé lo que debo hacer—dijo Ash con una mirada seria—. No hemos venido aquí para pelear ni para hacer daño a nadie. Si el problema es el hechizo que hay aquí, te ayudaremos. Si necesitas comida para tus hijos, te ayudaremos también, pero necesitamos que sea una ayuda mutua.

—¿Cómo que no vinieron a matarnos? ¡Pero dijiste que mis niños sabían bien!—exclamó la sirena, indignada.

—Solo estaba provocando y me retracto de lo que dije. Lo siento. Pero hay algo que debes saber: en la aldea que atacaste para alimentar a tus hijos, viven ancianos y niños, algo que probablemente no viste—explicó Ash.

La sirena abrió los ojos sorprendida y dejó de atacar a los hermanos.

—Como te mencioné antes, podemos hacer un trato donde todos salgamos beneficiados. Mi hermano puede romper el hechizo, la aldea puede expandir sus cultivos y compartir la mitad contigo—propuso Ash.

—¿A cambio de qué? ¿De ir a la guerra? ¿De matar a mis niños? ¿De usar mi poder para el mal? Tenía razón, solo nos usarán para luego asesinarnos o hacer lo que hizo ese maldito humano—respondió la sirena, visiblemente enojada.

—No, solo te pido una cosa: que ayudes a la aldea en nuestra ausencia y protejas tu fuente de alimentos. ¿Trato hecho?—dijo Ash, extendiendo su puño para chocarlo con la sirena.

—¿En serio? ¿Eso es todo?—preguntó la sirena, sorprendida por la simplicidad del trato.

—Sí, solo te pido que les brindes tu ayuda y que ninguna amenaza interrumpa sus vidas—añadió Ash con una sonrisa.

Kai aplaudía y lágrimas de felicidad surcaban su rostro al escuchar estas palabras. La sirena aceptó el trato y los cangrejos se alejaron del lago por un momento, permitiendo un espacio para la conversación entre Ash y la sirena, mientras Kai hacía lo suyo.

—Dime, ¿cómo era ese sujeto que vino y causó todo esto?—preguntó Ash.

—No estoy segura, pero su aura era muy poderosa y malévola. Aunque parecía amable y bien intencionado, su aura traicionaba su verdadera naturaleza, y por eso me negué a ayudarlo—explicó la sirena.

Kai miró hacia ellos mientras se acercaba a su hermano.

—Interesante... Este hechizo es de un rango avanzado. Sin duda, fue hecho por alguien con mucho poder—pensó Kai mientras analizaba el conjuro.

Extendió su mano y agarró el hechizo, concentrándose intensamente mientras creaba ondas de viento y pequeños rayos a su alrededor. Todos observaban mientras el hechizo comenzaba a romperse, y al hacerlo, Kai saltó alto en el aire y dispersó el lago con un golpe fuerte y preciso.

—Listo, hermano. Fue pan comido—dijo Ash, limpiándose las manos.

—¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo pudiste romper un hechizo de ese nivel?—preguntó la sirena, asombrada.

—Tengo el don de romper cualquier hechizo siempre que tenga suficiente energía—respondió Kai.

Rompieron el sello y regresaron a la aldea junto con la sirena. Ella pidió disculpas y prometió proteger ese lugar con su vida. Los ancianos propusieron los lugares donde se cosecharían más frutas y vegetales, aprovechando el beneficio del lago que ahora era potable. Ash les dio ideas sobre cómo crear un mecanismo para que el agua llegara a esas zonas, mientras la sirena se daba cuenta de que las personas de ese lugar no poseían elementos. A lo lejos, los niños jugaban con los cangrejos, incluyendo a Kai.

En la noche, Ash y Kai ayudaron a quemar cierta zona para crear un espacio plano para los cultivos. Los cangrejos ayudaron con los huecos, la sirena con el agua, y finalmente, los ancianos comenzaron a cultivar. Cuando la misión terminó siendo un éxito, tuvieron que volver al gremio para dar el aviso y recibir su recompensa. Tras una gran cena esa noche, al día siguiente, partieron hacia el reino, despidiéndose de todos con un mensaje que les hizo sentir bien al ayudarlos:

—Muchas gracias por todo. Gracias, Ash, Kai. Se los agradecemos bastante. Espero que vuelvan y podamos comer juntos de nuevo—dijeron los ancianos con voz temblorosa.

—Gracias por no matarme y permitir que mis niños tengan un propósito en la vida—agregó la sirena, con lágrimas en los ojos.

Con esas palabras, los hermanos se marcharon, sonriendo con lágrimas en los ojos, llevando en su corazón el recuerdo de la gratitud y la esperanza que dejaron atrás.