1 Capítulo 1 - El pueblo de Yahed

Estaba mirando por la ventana del microbús mientras me dirigía a la casa de un amigo, estaban una señora cargando a su bebé, un anciano con una gallina, en fin, personas típicas de estos lugares.

Estábamos subiendo alrededor de una montaña, asi que la vista era muy amplia, se podía apreciar las verdes montañas y la neblina en las profundidades, respirar ahí te congelaban los pulmones pero a la vez se sentía una tranquilidad increíble, claro si ignoramos el ruido de la radio.

De pronto, sin previo aviso, como esos momentos de la vida donde te hace mierda sin que tengas chance a reaccionar, se jode todo. Un extraño accidente hace que el microbús salga de la pista y caiga colina abajo.

Es curioso, llevo 2 meses interactuando con toda clase de cosas mortales pero jamás tuve un accidente de tránsito, claro si ignoramos mi falta de auto.

Mientras el vehículo giraba veía como las personas se torcían en los acientos, otros salían volando y algunos fueron perforados por las piezas desprendidas. Por suerte me agarré fuertemente de un asiento, desmayandome después de que el microbús parase de girar.

De pronto despierto en una habitación, por el diseño de esta, todo apuntaba a que era una cabaña de hospedaje. Cuando salí me encontré con el doctor jugando con unos niños.

-Debió ser muy duro el golpe que te diste, gracias a Dios todos están bien, asi que no debes preocuparte. -dijo el doctor.

Mis ojos no lo podían creer, las personas que di por muertas estaban con vendas y bastones, como si solo hubiesen tenido heridas leves. Tal vez las muertes fue una visión mía a causa de la adrenalina, así que me dispuse a hablar.

-No sabía que había un pueblo por aquí.

-¿Enserio? Bueno, no nos gusta mucho las visitas, pero tener la oportunidad de ayudar al prójimo siempre es una bendición.

-¿Dónde demonios están mis modales? -piensa. -Mi nombre es Gabriel, mucho gusto.

-El placer es mio, soy el doctor y alcalde de este pueblo.

-Le estoy muy agradecido por salvarme la vida, quisiera quedarme más tiempo pero soy una persona muy ocupada, ¿podría indicarme la salida?

-Claro, es ese camino hacia el bosque, si lo sigues llegarás a una carretera.

Llegando la noche cogí mis cosas y me dispuse a seguir mi camino, pero sientía un extraño presentimiento, como si sientese pena por abandonar dicho lugar. Luego, cada que caminaba 5 pasos retrocedía a mi punto inicial. Este fenómeno se repetía y se repetía, opté por caminar entre la maleza pensando que el problema estaba en el camino, pero nada.

Sin tener muchas opciones decidí pasear por el pueblo en busca de pistas, y también por un buen trago, que tampoco me haría nada mal.

Mientras bebía cerré mis ojos y concentre mis oídos. Escuché cada minucioso detalle, algo que me sirviese de algo, aunque la música de jazz no ayudaba mucho. Entre infidelidades, una tarea sin terminar y un calzón roto, escuché a alguien mencionar algo sobre "una barrera del pueblo".

Al dirigir mi mirada hacia el remitente y me doy cuenta que es un vagabundo. Tal vez esté delirando, pero era mi única pista, además no pierdo nada hablando con él, y los vagabundos tienen historias muy interesantes, claro los que no acuchillan cuando te ven con una cartera.

El vagabundo miraba su plato, mientras murumuraba con una melancólica mirada, de pronto nota mi presencia y se asusta demasiado.

-¡¿Otro?! ¡No, no, no, no, debes salir de aquí! ¡Tú aún puedes escapar, eres el único que no pertenece aquí!

Las personas lo miraron con desprecio, y la dueña le dijo "Le doy de comer no para que moleste a mis clientes, señor". Tras esto el vagabundo sale con su plato del local.

-Simplemente ignóralo, es un viejo loco, solo viene a generar pánico. -dice un señor.

Tras terminar mi cena salgo para hablar con él, pero no lo encuentro, por suerte escuché que para mucho tiempo en el lago, asi que me dirijo allí.

En el camino me encuentro una bala, y de pronto una oruga sale de ahí. Me pareció curioso, así que tome la bala y lo guardé en mi bolsillo. No sé por qué, pero tengo la mala manía de coger cosas del piso que me parecen interesantes.

Entonces lo encuentro, sentado, viendo unas fotos que extrañamente estaban en blanco. Entonces me siento al lado suyo y comienzo a platicar:

-¿No tienes frío, amigo? Estar todo el día así debe ser un infierno.

-Ja, ¿acaso el infierno es frío?

-Bueno, eso depende, el infierno tanto como el mundo, es muy extenso.

-No debiste venir, ni tú ni todos ellos. Este pueblo está hechizado, nadie quiere salir de aquí y aquellos que lo intentamos simplemente no podemos.

-Asi que tú también tienes ese problema. ¿Desde cuando se produce este fenómeno?

-Desde hace dos meses, pero aquí no corre el tiempo, no existe una fecha, nadie puede recordar cuando nació, viven felices, como si nunca crecieran. No sé por qué, pero siento que me hace falta algo, no sé que es, pero lo extraño demasiado y siento que poco a poco lo olvido más.

Lo único que pude concluir es que por alguna razón solo ambos sabíamos lo que sucedía, y que los habitantes por alguna razón olvidaron algo, y ese algo es lo que más aprecian. Esto tiene que ser un efecto gradual, o sea que con el pasar del tiempo es cuando se olvida, esto explica el comportamiento de las personas. Pero, ¿por qué les afectaron a las personas que me acompañaban y a mi no? Esto me dejó más dudas en mi cabeza, tenía que buscar otras fuentes para investigar.

-Fue un placer hablar contigo, tengo un cuarto alquilado en una cabaña, puedes pasar la noche allí. -digo ofreciéndole mi tarjeta.

-Pero, ¿dónde dormirá usted?

-Pasaré la noche en la biblioteca, estaré bien.

-Usted es muy amable, nadie se tomó la molestia de hablarme. ¿Eres un ángel?

-Gracias a Dios, no.

En la biblioteca:

Estuve buscando por media hora pero no encontré un puto libro hablando de la historia de este pueblo. Traté de invocar algún espíritu pero no hay libros de conjuros, solo puras falsificaciones, aunque es entendible, no me quiero imaginar lo que un adolescente irresponsable e idiota puede hacer solo por curiosidad.

Ya estaba cansado así que decidí salir, pero cuando abrí la salida algo extraño pasó; ya había amanecido.

-El tiempo no tiene sentido en este pueblo. -pensaba yo.

-Señor, señor, ¿quieres jugar a las escondidas con nosotros?

-No, déjenme pasar mocosos.

-¡No seas aburrido! ¡Solo tienes que encontrarnos a nosotros 4!

-¿Solo cuatro? Bueno, no es un pueblo tan grande... hagámoslo.

Un poco de ejercicio no me haría nada mal, además tenía que liberar un poco de estrés de alguna manera. Tras un rato jugando logro atrapar a tres niños, ni creas que es algo fácil, los niños tienen mucha energía.

-Eso estuvo fácil. -dije mientras me faltaba aliento, parecía un anciano que corrió a comprar sus pastillas.

-¡Oh rayos, lograste encontrarnos a todos!

-No, no es cierto, solo me falta uno.

En ese instante los niños se miran confundidos entre ellos, tras un silencio incomodo proceden a hablar:

-Señor, siempre fuimos tres niños...

Mi respiración se detuvo por un segundo, y sentí un pequeño escalofrío. No es posible que haya sido un fantasma, el cuarto niño dialogaba con los demás y estos le respondían.

Por un momento traté de razonar con ellos, pero ellos insistían lo mismo, solo eran tres. Es como si de la nada desapareciera, como si jamás hubiese existido.

Corrí al hospedaje y pregunté por el vagabundo, pero ellos no sabían de quién hablaba, corrí hacia la taberna y me dijeron lo mismo.

Analizando todo lo que sucedió pensé en ir al cementerio, pero aquí no existía esa palabra, nadie sabía de lo que hablaba.

-Esto no tiene sentido, ¡¿entonces cómo diablos recuerdan a sus muert... ?! -Analizando todo detenidamente, llegué a una extraña conclusión, que aunque no quería aceptarlo, no serviría de nada negarlo.

12:00 am:

Me dirigí al alcalde, él estaba mirando aquel hermoso lago, y en sus manos llevaba un libro blanco.

-Es triste, ¿verdad?

-¿A qué te refieres? -contesta el alcalde.

-La vida, en unos instantes sonríes junto a tu familia... y en otro terminas en un ataúd bajo tierra, arrepintiendote de lo que no hiciste o hiciste mal.

-Jaja, ¿así que te diste cuenta? Realmente eres afortunado, al igual que aquel vagabundo.

-... ¿Por qué lo haces?

El alcalde tenía una mirada triste, pero con una tierna sonrisa, era una alma serena. Volteó la mirada y habló:

-Mira a esos niños, tan llenos de energía, corriendo a los brazos de sus orgullosas madres. A esos caballeros hablando y bebiendo, mientras hablan sobre cuanto aman a sus esposas. A esos animalitos, comiendo y saltando, llenos... de vida.

-Excepto, que no es así.

-Yo solo quería que ellos disfruten de la vida un tiempo más, quería que fuesen felices por la eternidad, juntos. ¿Acaso ellos merecían esto? No hicieron nada malo a nadie. Acaso... ¿No harías lo mismo?

-... lo siento, debo poner la justicia por adelante de mis emociones. Debes parar lo que estás haciendo, ellos deben descansar en paz.

-Fuiste tú quien me atrapó, hazme los honores. -dijo entregando el libro.

Todo comenzó a brillar por una luz cegadora, mientras veía cómo todo comenzaba a desintegrarse, como hojas sopladas por un viento gentil.

Tras revisar el libro me di cuenta de muchas cosas; el lugar en tiempos humanos es de más de 200 años, este señor era el hombre más generoso con el que me he enfrentado, y mi teoría era cierta, no existía un cementerio... nosotros estabamos encima de uno.

Tras despertar empiezo a toser sangre, mi mente estaba mareada, mirando a mi alrededor observo a los cadáveres de quienes iban en el microbús, era asqueroso.

Adentrándome en el bosque llego a un pueblo casi destruido, las casas estaban quemadas, las construcciones destruidas. Pero la destrucción no solo era a nivel arquitectónico, habían muchos cuerpos totalmente descompuestos y semienterrados por todas partes, entre ellas mujeres y niños.

Habían montes y montes de esqueletos deteriorados por el tiempo. De pronto siento un extraño ruido en mi bolsillo, era aquella bala y de ella emergió una hermosa mariposa, que salió volando a quién sabe donde.

Entrando a la biblioteca veo un cadáver casi descompuesto con un atuendo familiar, era aquel vagabundo, en sus brazos al cuarto niño que nunca pude encontrar, y en su mano estaba la foto de un militar. Este anciano vino a buscar a su hijo que desapareció en una guerra acompañado de su nieto, y quedaron atrapados en este sueño, hasta que perecieron.

Llegando a la sala principal veo al alcalde con aquel libro.

Este tipo hizo un "pacto de la adivinanza": Su deseo se cumplía pero si alguien lograba descifrar la farsa, lo perdías todo y entregabas tu alma.

Luego tomó esa arma y se dio un disparo para convivir con ellos. Creó un cielo personal donde las almas podían convivir, ahora que se acabó el contrato, inevitablemente sufrirá por la eternidad vagando en el infierno.

Usé el teléfono de la biblioteca para contactarme con mi amigo:

-¿Aló, Alex? ¿Por favor podrías recogerme? Tuve un accidente y caí colina abajo, a dos kilómetros de la otra ciudad, si, desgraciadamente sigo vivo. Y traes el libro del Dragón Rojo por favor, quiero aprender algún conjuro de transporte, esto de caminar me tiene muy jodido...

¡No, no hablo de la novela, payaso!

Todo esto sucedió muchos años en el futuro.

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