1 1- ¿Un Ángel?

Advertencia: La siguiente historia tiene contenido explícito, no apto para todo tipo de persona. Sugiero discreción, lea bajo su propio riesgo. 

"El crimen comienza en el abrazo ahorrado, en la cuna ignorada, en el libro no leído, en el pupitre vacío. En el silencio de los corazones. Es un fenómeno complejo que nos retrata por dentro. Es el efecto terminal de una herida que nunca ha sanado."

Este granero oscuro, frío y estrecho, se había convertido en mi hogar. El olor a putrefacción inundaba todo el lugar; el sonido de las ratas era una canción para mis oídos, era señal de que no estaba completamente solo. Las paredes en madera tenían muchos agujeros, tanto como el techo. Cuando llueve las gotas de agua caen en mi espalda; a veces juego con ellas cuando no encuentro que mas hacer. Las horas de castigo a veces son algo desesperantes, pero es algo a lo que me he ido acostumbrando con el tiempo. Ahora que tengo 17 años, las horas de castigo han ido aumentando.

Los rayos del sol alumbraron mi rostro, por uno de los agujeros del techo y desperté. Escuché el sonido de la puerta y me sentí tan feliz. Mi mamá por fin se acordó de mi.

—Ya puedes salir, mugroso — salí del granero, y me agarró el brazo —. Sonríe, la vida es bella, Caden.

—Si, mamá — sonreí, al ver que mamá ya no estaba enojada.

—¡Apestas! — seguí a mi mamá para ir al baño, pero se detuvo frente a la puerta, evitando que pudiera entrar a la casa.

—¿A dónde crees que vas, mugroso? Así no puedes entrar a la casa. Espérame aquí.

—Lo siento, mamá — bajé la cabeza, esperando que me disculpara por siempre hacer todo mal, pero entró a la casa sin decir nada.

Estuve largo tiempo esperando afuera, pero ella no regresaba. Escuché la guagua escolar cuando se detuvo en la parada, y los gritos de mis hermanos se escucharon por toda la casa. Salieron corriendo hacia la guagua y mi madre estaba con ellos.

—Pórtense bien y no olviden almorzar— les dio un beso en la frente a los dos, antes de que subieran. Me pregunto, ¿Cuándo me ganaré un beso de mi mamá? Tengo que esforzarme como ellos.

—Sí, mamá. ¡Te amo! — dijeron, antes de irse. Caminé a su dirección y me detuve frente a ella. Parece que mamá se olvidó de traer mis cosas.

—Mamá...

—Olvidaba que estabas aquí todavía, Caden. Estás tarde para la escuela, ya la guagua se fue. ¿Qué harás ahora?

—Debo bañarme para irme a la escuela. Puedo irme caminando, al final de cuentas solo son 30 minutos a pie.

—Toma esta toalla. Ve a bañarte con la caja de agua que está detrás de la casa.

—Pero esa agua está contaminada.

—No te vas a morir por usar esa agua. Solo báñate y lárgate a la escuela— la hice molestar otra vez.

—Lo siento, mamá. Me bañaré y me iré a la escuela.

El agua estaba muy fría y un olor repugnante emergía de ella, pero no era momento de quejarme; necesito darme prisa para llegar a tiempo a la escuela. Pude limpiar el fango de mis piernas; anoche llovió demasiado y mamá olvidó traerme la sabana. Debe ser difícil todo lo que ha estado pasando últimamente. Ella tiene razón, debería ser más comprensivo.

Al terminar subí a la que era mi habitación, que ahora es de mis hermanos y busqué mi ropa, pero de alguna forma las mangas estaban algo deshiladas. Busqué los zapatos blancos que siempre me ponía, pero estaban negros y escritos con algún tipo de marcador. La palabra «INMUNDO» estaba escrita en letras mayúsculas. Debe ser otra travesura mas de mis hermanos. No tengo tiempo de limpiarlos, y aunque lo intente, no podré borrarlo. Me los puse como estaban, no tenía más ninguno para ponerme. Si uso los de mis hermanos, mamá se volverá a enojar conmigo. Mi mochila no la encontré por ninguna parte, y mis libros estaban regados por toda la habitación, así que los recogí para irme a la escuela. Mamá no salió a despedirse de mí, asumí que debía estar muy ocupada.

Caminé a la escuela con los libros en mano, y por más que traté de acelerar mis pasos, llegué algo tarde.

—Como se nota que los estudiantes de hoy en día no les interesa los estudios— me dijo el profesor, al entrar al aula de clases.

—Permítame explicarle, profesor.

—No me importan las razones, Caden. Siempre hay una excusa nueva todos los días. Si no te importan las clases, ¿Para que vienes a al escuela?

—¡Bruto! — gritó uno de mis compañeros, y todos comenzaron a reír. Todo el tiempo es lo mismo. Esto es desesperante.

—¡Guarden silencio! Todos los días estás llegando tarde, Caden. Si esto vuelve a ocurrir, hablaré con el director y estarás suspendido. Vete a tu asiento.

—Lo siento, profesor— iba a sentarme en la silla, pero Joseph la jaló, haciéndome caer al suelo. Todos siguieron burlándose de mí, como si esto fuera gracioso.

—No causes mas alboroto, Caden— me dijo el profesor, dedicándome una mirada molesta.

Acerqué la silla a mi pupitre y me senté. Me sentía molesto e incómodo. Joseph siempre hace este tipo de maldades solo por hacerme quedar en ridículo frente a todo el mundo, y lo peor es que lo logra. Siempre se ha sentado en el pupitre de atrás para eso. Estaba tan distraído con el regaño, que no pensé en que podría hacerlo de nuevo hoy.

La hora del recreo llegó, y caminé por el pasillo de la escuela hasta llegar al comedor. Cogí mi bandeja con el almuerzo y caminé a la mesa más lejos que había.

—Ese chico apesta, vámonos de aquí— las chicas de la mesa del lado se levantaron de la silla y se fueron. Es cierto que apesto, no es algo nuevo para mi. ¡Soy repugnante!

No había empezado a comer, cuando Joseph y sus amigos se sentaron en la misma mesa.

—¿Qué comes, Caden?— me arrebató el sándwich de las manos, y lo acercó al zafacón que estaba al lado de la mesa.

—¡Dame eso! — traté de quitárselo, pero lo arrojó antes de que pudiera alcanzarlo.

—Buen provecho, inmundo — se levantó de la mesa entre risas, y se fue. No había podido darle ni una sola mordida. No tuve ni siquiera tiempo de desayunar esta mañana. Odio la escuela, pero tengo que hacer un esfuerzo por mi mamá.

Me levanté de la mesa y terminé de botar el resto; aún no era hora de entrar, así que me quedé en el pasillo esperando que sonara el timbre para la otra clase. Las chicas que se levantaron de la mesa se acercaron, y uno chica de pelo rubio le dio una patada a mi pierna.

—Oye, ¿Qué haces en esta escuela así? ¿No te enseñaron a bañarte? ¡Apestas! — dijo, riéndose con las demás. Nunca la había visto, pero era muy grosera. No quise responder a su pregunta y me dio otra patada en la pierna. La miré fijamente, y sonrió arqueando una ceja.

—No tienes que ser tan cruel con él, Valerie — dijo otra niña. Al mirarla me pareció la chica más hermosa, que mi ojos hayan contemplado alguna vez. Su pelo era negro, tenía una mirada muy serena, ojos color azabache, tez blanca, y estatura mediana. Se veía totalmente diferente a las demás. Nunca había visto una mujer tan hermosa en mi vida. Quedé deslumbrado ante su belleza, era la primera vez que alguien me defendía.

—¿Estás defendiendo a este asqueroso, Noah? Ni siquiera se sabe bañar. ¿Has olfateado el repugnante olor que emerge de su piel? Deberías irte de aquí, puerco.

—Eso es demasiado cruel y grosero de tu parte, Valerie. Soy yo quien me voy de aquí. No soporto que trates a los demás así — se veía molesta, me dedicó una dulce mirada, antes de dar la vuelta e irse.

—Muérete, puerco — me dijo la rubia molesta, antes de irse con las demás.

¿Noah? ¿Acaso es ella un ángel?

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