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Robb - III

Los habían liberado, y fueron conducidos hasta el campamento de su hermano Jon. Puede que fuera en realidad su primo y que su nombre fuera Aemon, pero eso no cambiaria que Robb lo consideraba su querido, capaz, hábil y confiable hermano.

Fue sorprendente ver las tiendas de campaña decorada con todos y cada uno de los blasones de los lacustres del cuello, y la enorme tienda con el Lobo Blanco y un pendón de Dragon Blanco.

Jon los recibió fuera de los límites de su campamento estaba vestido con una armadura de color negro con un dragón tricéfalo de plata en el pecho, junto a él estaba Arya, vestida con una hermosa armadura blanca con el Huargo gris sobre la coraza de la armadura.

Ser Jared Frey, los acompañaba esperando que Jon lo recibiera con algo más que cortesía fría. A Robb le sorprendió que Jon, en cuanto vio al Frey, indico que le trajeran un cofre que procedió a ofrecer al Frey.

—Muchas gracias, Ser Jared, En vista de la buena voluntad de lord Walder, es mi deseo entregarles esto —dijo Jon entregando el cofre al Frey.

Pero la sonrisa de Jon no era para nada amistosa, el sabia que era la expresión que usaba para tratar con personas a las que consideraba desagradables.

—Muchas gracias, Alteza. —respondió Ser Jared con un tono aliviado. Llevándose el cofre, y cumpliendo así las condiciones para que el plan de Aemon saliera bien.

Una vez que el Frey se alejó, Jon se giró hacia él, y… lo golpeo. Robb cayo al suelo sujetándose el lado izquierdo de la cara.

—¿¡Como te atreves a golpear a mi hijo!? —grito Catelyn.

—¡¡Tu cierra la puta boca Tully!! —rugió Jon.

Robb vio que Arya simplemente sonreía. Y se dio cuenta de que no tenia aliados para apaciguar la ira de su hermano.

—Jo… Jon… —comenzó a decir— yo…

—¡Cállate Robb! —se limito a decir Jon— Ahora ya no soy Jon Nieve o Jon Stark, soy Aemon Targaryen. —añadió— ¡Y ese golpe te lo merecías! ¡Un trato! ¿¡Un trato, Robb!? ¿Es en serio? ¿Qué eres, un Stark o un Tully?

Robb estaba impactado, no esperaba que su hermano lo tratara así, y luego pensó en sus palabras.

«¿Soy un Stark o un Tully?» rumio en su mente.

—Yo… soy un Stark. —respondió.

—Entonces compórtate como uno Robb. Los Stark son gobernantes, no vasallos. No hacen tratos, solo entregan sus términos y solo hay dos posibilidades, te arrodillas ante la casa Stark, o eres eliminado. — le dijo Jon, no Aemon.

Aemon le extendió la mano y lo ayudo a levantarse. Luego lo abrazo.

—Hermano idiota, me alegra que estes bien. —su tono era el mismo que usaba cuando estaban en Invernalia.

Luego de que Aemon lo soltó, Arya se acerco y lo pateo en la pantorrilla.

—¡Eso fue por venderme a un Frey! —grito su hermanita.

—Lo siento, Arya. Tenia que cruzar el rio… yo… —trato de explicarse Robb.

—¡No me importan tus razones! ¡Me vendiste, Robb! —gruño Arya.

—No es así, Arya, no fue tu hermano. Fui yo quien acordó que te casaras con un Frey. —dijo su madre.

—¡Tu! —grito Arya— ¡Hiciste que Jon se fuera de Invernalia! ¡Y luego me vendiste! —dijo con lágrimas en los ojos — no quiero oírte ni verte. ¡Ser Jaime, por favor escolte a mi madre a una tienda diferente, deje guardias vigilándola, y no la dejen salir sin permiso!

Jaime Lannister, quien había permanecido en silencio a unos pasos detrás de Aemon y Arya, se adelantó, se acercó hasta donde estaba Lady Catelyn y dijo.

—Como, mi señora ordene. —respondió respetuosamente a Arya — Lady Catelyn, por favor, acompáñeme —dijo dirigiéndose a la madre de Robb.

Lady Catelyn miro al hombre con una expresión ceñuda, y lo siguió.

—Por favor, disculpe a lady Arya —lo escucho decir mientras se alejaban— ya se le pasara en enojo, es decir, una vez que ya no tenga nada de qué preocuparse.

Una vez que se alejaron lo suficiente para ya no verlos o escucharlos. Aemon miro hacia los Gemelos.

—Ya es hora. —dijo — Ser Syrio, que enciendan la señal.

—Si, su gracia. —respondió un hombre de aspecto extranjero.

El hombre, Syrio, se alejó y comenzó a dar órdenes, luego de lo cual un arquero lacustre disparo una flecha de fuego, y un pilar de llamas verdes se levantó. «Fuego valyrio»

—Jon…. ¿Qué vas a hacer? —pregunto Robb.

—Robb, cuando estamos en un lugar donde otros escuchen, llámame Aemon. —le contesto su hermano— y respecto a lo que pienso hacer, supongo que… ¿completar un ritual?

—¿Ritual? —pregunto Robb extrañado.

—Si, incubar dragones. —respondió Aemon.

—¿Incubar… dragones? —pregunto con incredulidad —Aemon… estas… ¿estás loco?

Su primo lo miro a los ojos y se rio.

—Si, se como suena. —le dijo— pero te aseguro que no estoy loco, es un ritual de la antigua Valyria, requiere un sacrificio de fuego y sangre.

Parecía una locura, pero la mirada en los ojos de su primo era seria y centrada como los recordaba.

—¿No necesitarías huevos de dragón para eso? — pregunto Robb.

—Oh, los tengo. En realidad, ahora están en los Gemelos, Ser Jared los ha llevado allí—dijo con una sonrisa Aemon.

—Entonces… el ritual que dijiste…

—Quemar enemigos en las llamas que infunden vida a los huevos para que incuben. —aclaro Aemon.

—Pero… tus condiciones… no dejarías ir a los Frey si nos liberaban… —trato de decir.

—Oh, yo no prometí nada. Solo exigí lo que quería, no eran términos o condiciones. —respondió su primo sin expresión en su rostro.

Robb sintió que se le ponía la piel de gallina, miro a su primo con un poco de miedo en los ojos, y vio como Aemon daba la orden de que los escorpiones disparen.

Los escorpiones eran diferentes a cualquier otro que Robb hubiera visto antes, si bien su forma era similar, eran casi el doble de grandes, y la munición que utilizaban era similar en forma a una lanza, cuya punta había sido reemplazada por un recipiente de cristal asegurado con red de cadenas, los hombre de Aemon estaban llenando los recipientes de cristal con un liquido verdoso, el recipiente luego era sellado con un tapón de madera recubierto con cera.

Aemon entonces dio la orden de lanzar flechas de fuego. Y Robb pudo notar como al otro lado del rio, la otra mitad del ejercito de su primo replicaba las mismas acciones. Las flechas de fuego cayeron cerca de la entrada de los gemelos, y un mar de fuego se encendió, cortando las salidas de los castillos Gemelos por vía terrestre.

Luego, ante otro gesto de Aemon los escorpiones comenzaron a disparar, las enormes saetas impactaron contra las murallas de los castillos. Y el líquido verde comenzó a extenderse por la piedra gris de las torres achaparradas de la casa Frey.

El proceso se repitió por horas, hasta que los proyectiles que disparaban se terminaron. Aemon entonces dio otra orden, y cargaron en los escorpiones un par de saetas diferentes, eran normales, con la salvedad de que en la punta se habían envuelto telas engrasadas. Los soldados encargados de disparar los escorpiones luego encendieron las puntas de aquellos proyectiles.

Cuando se dispararon, Robb pudo ver una sonrisa en el rostro de Aemon. Vio a su primo siguiendo los proyectiles en llamas impactar con los muros del castillo, y entonces las llamas envolvieron la piedra.

Verdes, enormes y salvajes. El fuego valyrio ardió con furia. Las torres de la casa Frey quedaron cubiertas de fuego el fuego extrañamente paso del verde al rojo, y la piedra comenzó a derretirse.

—Es hermoso, jamás pensé que yo vería la creación de un segundo Harrenhal. —comento Aemon.

—Por qué… ¿por qué las llamas cambiaron de color? —pregunto Robb ligeramente asustado.

—Porque las llamas se han mezclado con la sangre de los Freys. —respondió Aemon.

Se quedaron allí, mirando como el fuego consumía los dos castillos que gobernaron absolutas sobre el Cruce.

Las llamas persistieron hasta el día siguiente, y esa noche la oscuridad fue sofocada por la intensa luz del fuego.

...

...

Estaban en la tienda de Aemon, Arya se encontraba a su lado sentada junto a él, Robb estaba frente a ellos, y su señora madre se encontraba sentada a su derecha.

—Robb, Lady Catelyn, discúlpenme por el frio recibimiento que les proporcione hace unas horas —dijo Aemon — simplemente, estaba descontento con las acciones de las que ambos fueron parte en relación con sus tratos con la Casa Frey.

Robb miro al hermano-primo que hablaba en un tono tan formal y serio. «Esta actuando como un Rey, no como un miembro de la familia»

—No se preocupe por ello, su gracia. —contesto Robb— Me alegra ver que usted y mi hermana menor se encuentran con buena salud — trato de mantener la cortesía que usaba en Invernalia cuando era el señor allí— Le agradezco por haberme invitado aquí a mí, y a mi señora madre.

Arya estaba mirando entre Aemon y Robb, con el ceño fruncido y luego simplemente los regaño.

—¡Paren ya ustedes dos! —dijo apuntando luego a Aemon — Deja de fingir, esta feliz de ver a Robb, y solo estas jugando al príncipe aquí — luego apunto a Robb — ¡Y tú! Robb no trates de actuar como nuestro padre aquí, tu eres el idiota que; junto a Aemon hacia bromas a cualquier guardia desafortunado que se cruzara en su camino. —luego miro a su señora madre— y tú, madre. Solo estas aquí porque Aemon me convenció de perdonarte, pero no tolerare ningún regaño en el futuro.

Aemon, Robb y Catelyn miraron a la pequeña y autoritaria chica. Pronto Robb y Aemon se echaron a reír y Lady Catelyn la miro con un pequeño atisbo de sonrisa.

—Te extrañé mucho, Arya —dijo lady Stark— Mi pequeña niña, has madurado tanto desde la ultima vez que te vi.

Arya le dirigió una mirada extrañada, mientras que Aemon se levantaba y se cambiaba de lugar para sentarse con Robb.

—Esto tengo que verlo —dijo su primo en un susurro.

—Tienes muy mal gusto, Jon— le respondió Robb.

Lady Catelyn camino hacia Arya y trato de abrazarla, pero la niña la esquivo.

—No creas que por ser amable, te perdonare. —le dijo Arya. —Y no pienso convertirme en una dama sureña. Y no digas que si no lo hago no podre casarme. ¡Ya tengo un prometido y no es el Frey que está asándose en esos castillos!

Lady Catelyn puso una cara como si hubiera mordido algo amargo, y luego se volteó hacia Aemon.

—¿Qué significa esto, Jon? ¿Cómo es posible que te comprometieras con tu hermana? —pregunto enfadada.

—En primer lugar, Lady Catelyn. Usted no tiene permitido llamarme Jon, para usted soy Aemon, príncipe de los Siete Reinos y el verdadero Rey legitimo. —respondió Aemon con tono frio— El significado de esto… es simplemente que quiero casarme con Arya. Y ella no es mi hermana, sino mi prima. No hay impedimento alguno para la fe de los siete el reconocer tal compromiso o matrimonio. Y según la tradición Valyria, incluso si fuera mi hermana daría igual.

—Pero… —comenzó a decir lady Stark.

—Basta ya. Madre —intervino Robb— Aemon y Arya no son hermanos. Como ha dicho, su compromiso es válido. Y yo, como el señor de la Casa Stark, estoy de acuerdo con el compromiso, no tienes ninguna facultad con intervenir con dicha decisión.

Arya sonrió, corrió hacia Robb y lo abrazo.

—Gracias, Robb. Te quiero. —dijo su hermanita.

—Gracias, Robb, realmente te agradezco por reconocer el compromiso. —dijo Aemon.

—Espera un momento, primo. Tendrás que prometerme que trataras bien a Arya, nunca harás nada que pueda dañarla, ni la entristecerás. —declaro el joven lord Stark.

—Claro, Robb. Juro que cumpliré todas esas condiciones. —respondió su primo.

—No estoy de acuerdo. —dijo Catelyn— y no lo estaré nunca.

Luego de decir eso, lady Catelyn Tully Stark salió de la tienda.

...

...

A la mañana siguiente, las llamas que envolvían consumían los Gemelos se apagaron.

Y Aemon camino solo hasta el castillo ennegrecido por el fuego, y entro por el agujero que quedo allí donde las puertas de roble se hubieron consumido completamente.

Se adentro en los Gemelos y no salió en varias decenas de minutos, hasta que emergió cargando tres criaturas en sus brazos, uno también estaba aferrándose a su hombro y otro estaba sobre su pelo.

Robb no supo lo que eran hasta que regreso al campamento e ingreso a la tienda a la que invito a Robb, a lord Howland Reed, a lord Monford Velaryon, a Arya, y a los miembros de su Guardia Real.

Allí vio claramente a las criaturas que Aemon había entrado a buscar al castillo de la Casa Frey, eran cinco, cada uno de un color diferente, solo podía tratarse de una criatura en todo el mundo conocido.

Dragones. Dragones recién nacidos que ahora, luego de mas de un siglo volvían a habitar en el mundo.

Había un dragón azul zafiro de ojos bronce, otro rojo rubí de ojos azul cielo, uno de color plateado con ojos verde musgo, uno dorado de ojos ónice y otro de color blanco puro cuyos ojos eran tan rojos como los de Fantasma.

Afuera, un cometa atravesaba el cielo, y parecía sangrar rojo indicando que la antigua magia había despertado una vez mas.

Este capitulo fue dificil de escribir, y creo que lo acabare editando.

IgnathiusNZXcreators' thoughts
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