Arya - IV

Había estado molesta, muy molesta por la frialdad con la que Aemon o Jon o como quiera hacerse llamar su primo, la estaba tratando.

Su primo la estaba evitando, nunca se quedaba a solas con ella, y se mantenía siempre a una distancia que al menos, en comparación con como era antes, a Arya le parecía gigantesca. No podía dar crédito a que Aemon no la quisiera cerca, no quisiera mimarla y no se detuviera siquiera un instante para estar con ella.

Que diferencia había entre ser hermanos y primos. Ella seguía siendo la misma y el seguía igual que como ella recordaba. Importaba al final del día que no fueran hermanos, Arya no lo creía. A ella le parecía lo mejor, así realmente se podría quedar con Aemon por siempre. No seria necesario que se separaran cuando tuvieran que casarse con otra persona, simplemente podrían casarse entre ellos, nadie debería estar en contra de eso.

Pero Aemon parecía no estar de acuerdo, parecía que quería que ella se casara con alguien más; o talvez el quisiera una novia que fuera mayor que ella, que fuera mas hermosa, que fuera una verdadera dama, talvez pensaba casarse con alguna mujer que pudiera aportarle espadas o dinero para recuperar el trono.

Lo peor de todo es que estaban en guerra y Aemon había ido al campo de batalla, además el idiota había dejado a Syrio con ella, si lo nombro para su Guardia Real debería tenerlo con él para protegerlo.

No había visto a su primo en horas, el estuvo todo el día fuera, Syrio le había dicho que Aemon estaba en las murallas observando a las tropas de la corona que estaban asediando la ciudad.

Esa tarde uno de los soldados de las murallas había llegado a Fuerte Pardo a informar que la ciudad estaba bajo ataque, y que había hombres asaltando la muralla. Desde ese momento ya habían pasado unas tres horas, y Aemon aun no regresaba. Arya estaba preocupada, tenia un mal presentimiento. Aemon ni siquiera se llevo a los lobos, todo para protegerla.

—Syrio, tu deber es protegerme, ¿no? — pregunto con una idea en mente.

—Así es, chica… err mi señora. — asintió su maestro de espada, quien estaba tratando de hablar como se supone que debería hacer un guardia de una gran casa.

—Entonces… si yo fuera al campo de batalla… ¿tendrías que seguirme? —Arya tenia una pequeña esperanza en su plan.

—Lo siento, chica. —Syrio suspiro como si se rindiera en hablar con formalidad— pero mis ordenes incluyen no dejarte ir a las murallas. El príncipe Aemon te quiere a salvo.

—Ugh… —Arya se sintió agraviada por la previsión de su primo.

Pasaron los minutos, y Arya vio como Fantasma se levantaba, y escucho como Nymeria y Dama comenzaban a aullar.

«Le paso algo a Aemon…» Arya estaba segura de eso. Algo había pasado y su primo estaba herido, o tal vez muerto… «No pienses eso… Aemon volverá… él no te abandonará…»

Arya camino hacia la entrada de Fuerte Pardo con una opresión en el pecho, y cuando llego a las puertas, de pronto se abrieron desde el exterior, y allí vio a un grupo de hombres pequeños y entre ellos estaba el Matarreyes con Aemon en sus brazos. Arya entonces vio la sangre que manchaba la ropa de su primo y sintió que su corazón se detenía. Trato de ir hasta el, pero Syrio la detuvo.

Arya miro a su maestro de espada. Y vio que en su mirada solo estaba el Matarreyes, y la mano de la primera espada de Braavos estaba sobre la empuñadura de la espada.

Pero antes de que pudiera desenvainar, el Matarreyes había entrado a Fuerte Pardo y comenzó a gritar ordenes histérico.

—¡Rápido, traigan al maestre, Jon necesita tratamiento! ¡Una habitación, necesito un lugar para dejar a mi señor! — el Matarreyes gritaba mientras miraba a Aemon con una expresión de preocupación—¡Ustedes, que hacen que no se mueven, el chico esta herido! —le grito a los guardias Rykker que estaban en el Fuerte.

Fue entonces que Arya se safo de Syrio y camino hacia el Matarreyes. Miro al Lannister con desconfianza y le hablo.

—¡Yo te guiare a una habitación! Pero tendrás que explicar que haces aquí, y que relación tienes con Aemon. — dijo enojada, vio la Armadura Blanca del Matarreyes y supo que el era el Lord Comandante que Aemon menciono cuando acepto a Syrio como su Guardia Real.

Jaime la miro y asintió con una sonrisa de alivio.

—Gracias mi señora. ¿Pero podríamos apresurarnos Aemon esta en un estado delicado? —dijo con una voz cansada y triste.

Arya gruño y comenzó a caminar, Syrio solo miro un instante y luego la siguió, Jaime camino llevando a Aemon con una expresión de preocupación claramente visible en su rostro.

Arya los condujo a su propia habitación, y cuando Syrio quiso decir algo ella le envió una mirada de enojo y el Braavosi se quedó en silencio.

Jaime puso con cuidado a Aemon sobre las mantas de la cama. Y unos minutos mas tarde el maestre entro a la habitación con sudor en su rostro y la respiración agitada, detrás del varias criadas llevaban una gran cantidad de equipaje, baúles y artefactos varios.

Arya se quedó allí mirando. Y se negó a salir cuando le dijeron que lo hiciera.

—Me quedare aquí. No importa que digan o quien me lo diga. No me apartare de el —su tono era espinoso, y aunque Syrio quiso refutar, el Matarreyes solo asintió y la consintió con un "Como mi señora desee"

El maestre entonces procedió a quitar pedir que le ayudaran a quitarle a Aemon su armadura, y fue el Matarreyes quien se adelanto para ayudarle, luego el maestre miro hacia Arya con una expresión complicada y dijo:

—Mi señora, me temo que tendremos que desnudar al joven príncipe. Si usted pudiera retirarse por un momento…

—Ya he dicho que me quedare— lo corto Arya— no importa, he visto a mi primo bañarse en las aguas termales de Invernalia varias veces cuando era más joven.

—Pero, mi señora…

—Lady Arya ya le ha respondido, maestre. Simplemente proceda, todo el tiempo que se desperdicia Aemon podría empeorar. —lo interrumpió el Matarreyes.

—Pero…

—Maestre. —el tono del Matarreyes era frio — Le he dicho que proceda, mi señora ya ha hablado.

El maestre dejo escapar un respingo y comenzó a cortar las ropas de Aemon, para conmoción de Arya se revelo en su costado un corte largo que recorría hasta el centro de su abdomen.

El maestre comenzó a palpar la herida y comenzó a comentar.

—Una herida de espada, no demasiado profunda, solo el corte en el costado es grave, en el abdomen la hoja a no corto la carne ni daño los órganos. Pero ha perdido mucha sangre, eso podría ser un problema, aunque la herida apenas sangra ahora. Si…

Luego de eso comenzó a dar ordenes a sus asistentes y se prepararon ungüentos, se cosió la herida y se pusieron emplastos. Aemon despertó por un instante, su rostro blanquecino casi cadavérico asusto a Arya.

El maestre dejo varias botellas con leche de amapola y les indico que le dieran un poco a Aemon cada vez que despertara, que le informaran si sufría de fiebres y que vendría una vez cada pocas horas para ver cómo estaba.

Después de que saliera, el Matarreyes le pregunto a Arya si tenían ropa ligera que pudieran ponerle a Aemon. Y solo entonces Arya recordó que su primo estaba desnudo sobre la cama.

Ella corrió al cuarto que habían asignado a Aemon con el rostro sonrojado y recupero el pijama de su primo, luego regreso a su habitación donde su primo seguía estando de inmodesta manera sobre la cama en que ella dormía.

El Matarreyes junto a Syrio se encargaron de vestir a Aemon y luego el Lannister volteo a mirar a Arya.

—Eso fue… un tanto inesperado, mi señora. No habría pensado que trataría de sacar provecho de la situación de tal manera — le dijo con una sonrisa divertida.

Arya se enfadó.

—No estaba mirándolo. Estaba muy preocupada para eso, y sigo siendo una niña de diez años, no tengo ese tipo de pensamientos. —contesto rápidamente de mal humor.

—Si eres capaz de reconocer de lo que estaba hablándote. Entonces, mi señora, no puede decirse que sea una inocente niña de diez años. — le contesto el Matarreyes.

—¡No importa eso! —grito enfurruñada, no podía encontrar como excusarse, aunque había dicho la verdad— Sera mejor que expliques que sucedió y porque estas aquí. Además, tu… Atacaste a mi padre en Desembarco del Rey y mataste a Jory. —rugió Arya.

—Déjeme explicar, comenzando por lo último. Ese día no pensaba claramente, y no mate a nadie, solo al caballo de Lord Stark, fueron mis guardias los que mataron a los guardias de tu padre sin que se los ordenara. —comenzó el Matarreyes — Y estoy aquí, porque soy un miembro de la Guardia Real del príncipe Aemon. Vine con quinientos hombres del cuello para romper el asedio y ayudar al futuro Rey que he jurado proteger.

Arya lo miro por un momento y asintió.

—Bien, continua. ¿Qué le paso a mi Aemon? — Arya imito a su primo y añadió el "mi" para que entendieran que ella tenía una relación con Aemon que obligaba a su Guardia Real a responder ante ella.

El Matarreyes la miro con una sonrisa, y continúo hablando.

—Llegamos cuando el asalto a la Ciudad ya había comenzado. Nos apresuramos hacia los muros para apoyar en la defensa de Valle Oscuro. — se detuvo unos segundos y luego añadió —tomo mas de lo que esperaba, y logramos escalar las murallas, una vez allí eliminamos a los enemigos en nuestro camino mientras avanzábamos, llegamos hasta donde estaba Aemon. El se enfrentaba a Ser Barristan Selmy y a otros dos Capas Blancas de Joffrey, Aemon ya había matado a dos de ellos, pero Ser Barristan era más hábil y antes de que pudiera ayudar al príncipe, Barristan logro herirlo, conseguí atacar a Selmy antes de que rematara a Aemon y luego traje a mi señor directamente aquí.

Arya asintió, y luego se quedó pensando.

—Esta bien, Ser Jaime. —dijo la niña — Este de aquí es Syrio Forel, ex primera espada de Braavos. El ha sido aceptado en la Guardia Real por Aemon. — explico Arya señalando a su maestro de espada— a partir de hoy trabajarán juntos para proteger a mi Aemon y también me protegerán.

Arya pretendía que no quedara duda alguna de que ella era alguien a quien debían obedecer. Luego, incluso si Aemon se opusiera, ella podría respaldarse en la actitud de los Capas Blancas de su primo para alejar a cualquier chica que se le acercara.

Ser Jaime y Syrio asintieron y Arya se sintió complacida.

—Bien, ahora. Hagan guardia fuera de la habitación, los llamare si Aemon empeora, o si requiero algo.

El Matarreyes y Syrio se miraron entre sí, y ante un asentimiento del Lannister ambos salieron de la habitación, dejando a Arya a solas con su primo.

...

...

Arya estaba furiosa, Aemon había ido a las murallas pero le dejo dicho que solo daría ordenes, le prometió que no estaría en peligro, le dijo que se quedaría a su lado, y aun así regreso herido, casi muerto. Ella no lo perdonaría por esto.

Durante los siguientes dos días, Arya permaneció junto a Aemon, sin despegarse de él más de lo necesario, su primo estaba todavía muy débil, y ella estaba preocupada porque él seguía tratando de alejarla.

Lo tuvo que obligar a aceptar quedarse en su habitación, ella tuvo que ceder a la idea de dormir en la misma cama que él. No porque él lo exigiera, sino porque seguía herido y no podía abrazarlo sin hacerle daño.

Pero ella aun había logrado obtener algunas concesiones de parte de Aemon, él se quedaría allí, y seria Arya quien lo cuidaría, él no podía negarse a que ella lo mimara por el tiempo que debiera quedarse en cama.

Así, Arya comenzó su plan para recuperar el cariño y la actitud que su primo tenía antes de que el idiota le revelara su identidad como el hijo de Rhaegar Targaryen y su tía Lyanna Stark y decidiera que el hecho de ser primos hacía que tener una relación tan cercana era peligroso o indeseable.

El plan de Arya iba bastante bien, aunque algunos dirían que estaba extorsionando a su primo. Por ejemplo, si él quería beber agua, mientras no se lo pidiera a "su lobita" ella lo ignoraría, si la llamara Lady Arya, ella lo ignoraría por horas, etc.

Pasaron así los siguientes tres días, y Aemon parecía estar bastante mejor, físicamente hablando claro. Por otro lado, sus ojos parecían los de un pez muerto, y respondía mecánicamente. Cuando los dos Guardias Reales notaron eso, Arya fue interrogada. Syrio la miro con una expresión de decepción, y Ser Jaime con una de terror, desde entonces fue mas respetuoso con ella de lo que era antes.

No es que hubiera hecho algo terrible, simplemente se negó a darle leche de amapola por una trasgresión de Aemon una vez, y desde entonces, al notar cuan efectivo era ese castigo, decidió usarlo como el estándar.

Ella habría querido seguir al lado de Aemon, pero Aemon, ligeramente recuperado tuvo que asistir a una reunión del consejo de Guerra, habían llegado los señores de las Casas Velaryon y Celtigar, junto con mil doscientos hombres, y Aemon debía convencerlos de que era el Targaryen que decía ser.

Arya no podía asistir al consejo por orden del mismo Aemon. Y ella accedió pensando que sería demasiado aburrido estar allí, además de saber que a las mujeres no las toman en serio en esas situaciones, y aun mas considerando que ella misma solo tenía diez años.

Arya se quedo en su habitación, hasta que sorpresivamente fue convocada a asistir por el Matarreyes, su primo estaba en problemas y solo ella podía ayudarlo con dicho asunto.