1 CAMBIO DE FE

El bosque escondía en su interior ciertos misterios, la gente del pueblo de Thurm muchas veces prefería solamente callar antes de ser acusados de herejía, mencionar apariciones extrañas, sonidos espeluznantes, cánticos sin sentido, eran temas prohibidos. Aún así todos sabían que algo no estaba bien, muchos habían desaparecido, niños se habían extraviado, jovencitas no fueron encontradas, el temor por el cambio los había hecho temerosos.

La transición, la nueva fe, había dividido al pueblo, los creyentes y los paganos ahora eran enemigos. Avalon debía ser desterrado, la magia y lo sobrenatural no podía convivir en el nuevo orden.

Poco a poco se armaron de valor, se hicieron a armaduras, empuñaron espadas y adoptaron un símbolo de cruz en el pecho, su significado de protección los llenaba de entereza, Dios los protegería.

Recorriendo el bosque divisaron una sombra, su aspecto humanoide dejo a muchos perplejos, aunque habían escuchado las historias, en su mente no podían recrearlas, el temor lleno sus corazones, pero aún así Erick Elrick un aldeano de profesión granjero, cuyo corazón albergaba un gran dolor y en su rostro se reflejaba la tristeza, decidió tomar las armas y las banderas de Dios para eliminar la maldad de aquellos que cometían actos inhumanos, mas en sus ojos se observaba un brillo de venganza, su dolor lo había hecho rígido, su dolor lo había hecho fuerte y su fortaleza lo hacía líder, él era comandante, comandante de su tropa.

—Señor ¿qué es eso? — Preguntó temblorosamente Jhonny Casidi , hijo de un herrero, un joven que quería conocer el mundo y no le interesaba para nada seguir la tradición de su familia. En sus tan solo 19 años creía que era todo un hombre.

—Eso es lo que hemos estado buscado. — Mencionó Elrick quien empuñó con fuerza su espada, se veían sus músculos tensionados y su mano ejercía tanta presión en la empuñadura que si fuera de madera tal vez la hubiera roto.

Una aparición, un demonio, eso vieron sus ojos. Aquella monstruosidad para los hombres, media casi dos metros, corpulento y ágil, su cabello plateado largo y alborotado cubría unos rasgos fieros, sus ojos totalmente blancos estaban rodeados de una sombra negra que más parecía un antifaz cuyas puntas subían por su frente y otras bajaban por sus mejillas como lagrimas de sangre, el sonido que emitía era un gruñido feroz y su respiración era tan fuerte que vaho salía de su nariz al igual que el pecho se le expandía como si fuera a estallarse. Tenía unos colmillos largos que lo hacían ver como un lobo hambriento, hambriento por la sangre de aquel que se pusiera en su camino .

— ¿Qué clase de bestia es eso?— Musitó con desagrado Johnny.

Apenas era humano, su contextura revelaba la anterior existencia de humanidad en su cuerpo, pero no parecía que hubiera parte de ella en su interior, su alma estaba poseída.

—Creaciones malévolas, muchos años tuvieron que pasar para darnos cuenta que esto era una obra abominable. ¡Mírenlo!... ¡Mírenlo bien!, eso es lo que los hijos de Avalón desean... seres producto de sus caprichos, seres sin opción, mentes alejadas de su condición humana. Cuyo comportamiento bestial no tienen límites...lo que desean es hacer de nuestro mundo su laboratorio, hacer de nuestro mundo un lugar salvaje. No podemos permitirlo... tantos años entrenando para este momento, no podemos dejarlo pasar. ¡Airaos compañeros, sujetad vuestras espadas, dar vuestras vidas, para darle fin a esta bestia, a este demonio, luchad con valor que la fe nos protege! — Gritó Erick sujetando su espada en alto.

Una vez terminadas sus palabras, su tropa conformada por aquellos que alguna vez fueron aldeanos, nada más que granjeros, cantineros, herreros, leñadores, hijos de familias grandes que en su pobreza no encontraron más opción que salir de sus hogares y que fueron una vez llamados a formar parte de esa gran empresa por la protección de una nueva era, de un nuevo régimen, del legado y reino de Arthur, Arthur Corazón de León.

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