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"Ya... veo. Okey, entonces, ¿cuáles son sus nombres?"

Daniel se recuperó internamente y de forma rápida lo dicho por la tal... Cleopatra...

Puesto que su expresión inexpresiva era tan incambiable como un roble de mil años.

Los demás enseguida respondieron, con el mayor respeto posible que podían representar. Por lástima, aunque Daniel quería ver alguna otra personalidad histórica relevante entre estas personas, después de esta mujer, no conoció los nombres de los demás. Por la apariencia brava de tres de estos hombres, así como por sus nombres, Daniel sabía que probablemente eran vikingos, pero no tenía idea de quiénes eran porque en primer lugar, Daniel no era una persona que buscara tanto el conocimiento como otros jóvenes a su alrededor.

Luego miró hacia esta mujer tan atractiva y de todo el encanto sexy que podía tener alguien.

Su nariz no es tan grande como lo imaginaba.

El mito no parecía obedecer a la realidad, y Daniel sacudió su cabeza y dijo, "Bien, ahora continuaré a decirles cuál será su papel en este lugar."

Todos estos condenados se pusieron más firmes, esperando las próximas palabras de Daniel, que cambiarían su destino para siempre.

"Como todos saben, en este momento estamos en guerra contra otras dos potencias de nivel mundial y todo esto se ha mantenido así por miles y miles de años, incluso desde que se tiene conciencia de este Reino infernal."

Daniel caminó un poco más adelante, eventualmente, tanto Rossede como la mujer que era Cleopatra, Enai, y los condenados, solo alcanzaron a ver su espalda.

"Bueno, eso cambiará. No tengo la idea de conquistar este Reino infernal porque es simplemente demasiado trabajo y no es mi objetivo, pero sí haré que el Clan Amod sea el soberano de este Reino infernal en su totalidad. Esto es porque para lograr mi objetivo, necesito el mayor poder político que pueda tener alquien aquí. El Clan Amod es un clan extenso, pero por eso mismo formentar una unidad es completamente en vano. Sé con firmeza que aunque mate a todos aquellos que son traidores en este momento, solamente habrán más personas así, porque esa es la base de una sociedad de cualquier tipo."

Las palabras eran simples, pero por algún motivo se sentían pesadas para los oyentes.

Daniel era un joven, tanto su apariencia como su voz, pero esto no le quitaba nada conmocionante a sus palabras.

Daniel se giró, y preguntó, "¿Cuántos de ustedes fueron guerreros en sus vidas pasadas?"

De la docena de condenados, seis de los siete hombres y dos de las cinco mujeres respondieron.

"Y ustedes, ¿qué hacían en sus vidas pasadas o en qué eran importantes?"

La verdad era que recordar elementos de su vida pasada hace miles de años era algo extraño, porque habían vivido varias veces esa cantidad de vida en este momento, pero aún así los restantes respondieron con seguridad.

"Yo era un príncipe pero me desempeñababa como un escriba, mi padre Rey falleció y justo antes de ser coronado yo también fallecí."

"Yo era diplomática, mi padre era un gran ministro y terminé heredando su cargo."

"Yo era..."

Así, cada cual respondió con simplicidad.

Era obvio que sus estatus cuando estaban vivos eran varias veces mejor que ahora, en el infierno, ya que son esclavos en todo el sentido literal de la palabra. La inmortalidad real pudo haber sido una fragante pieza ficcionaria que complementó su espíritu aventurero cuando se dieron cuenta de que después de la muerte había otra vida aunque diferente, pero...

En primer lugar, fue el ambiente, en segundo lugar, los habitantes, y en tercer lugar, la parte más oscura de la inmortalidad. Estas fueron las verdades crueles que le quitaron cualquier tipo de ahnelos o deseos por esta segunda vida.

Daniel los escuchó con paciencia, mientras Rossede anotaba tales cosas en un cuaderno después de que se lo señaló.

"Listo, señor Walker."

"Bien Rossede." Daniel se giró hacia estos hombres y mujeres de apariencia destacada, mirándolos con detenimiento antes de hablar.

"Ustedes ocho serán entrenados, su forma física actual podrá ser eterna, pero como han pasado tanto tiempo sin pelear están totalmente fuera de práctica, puedo decirlo con solo verlos. Luego de que recuperen su mejor forma, me verán nuevamente. La distribución de sus entrenamientos se decidirá más adelante, por ahora, solo piensen que trabajarán en el ejército. En cuanto a ustedes tres, al igual que los demás, serán entrenados en sus especialidades y llegarán al punto máximo que alcanzaron en vida, y más allá, espero, antes de verme de nuevo. Como son humanos, sus cuerpos son más débiles que cualquier persona de este lugar, pero yo no necesito que sean fuertes sino que estén en su punto máximo, en la etapa más destacada que estuvieron cuando estaban vivos y todavía más allá. Entonces, les diré cuál será su destino en ese momento. ¿Entendido?"

Con un grito enérgico, los once condenados reunidos respondieron a Daniel, mientras Enai lo miraba con curiosidad y con ojos brillantes.

Justo cuando se preguntaba por qué Daniel no la mencionó, él se volvió hacia ella.

Luego sonrió, "Tú serás mi criada principal, ¿estás bien con ello?"

Enai se sorprendió y enseguida se arrodilló, "¡Por supuesto, señor Walker! ¡Estoy más que feliz de dedicar lo que queda de mi vida para servirle!"

La mirada de las otras mujeres condenadas era de pura envidia, ellas se imaginaban que como esta mujer ahora tendría más contacto con Daniel, sería mucho más favorecida en cualquier lado en esta parte del mundo, además de que al estar tan cerca de su figura, alquien tan... excelente y magnificiente como Daniel, ella podría cambiar su destino para siempre. Quién sabe, incluso si tuviese suerte, tal vez podría llamar su atención y lograr ser una concubina o una amante del mismo, ya que según sus sentidos femeninos él no parecía ser homosexual sino en cambio un aguerrido heterosexual por su porte, postura, forma de hablar y expresarse, su mirada, sus gestos, y su ambiente. Era casi imposible para ellas equivocarse porque la experiencia extraña que traían miles de años no se podía explicar de ninguna forma.

Hasta las dos mujeres que solían ser guerreras se mordían los labios de frustración. Matarían por tener el puesto "pacífico" que había obtenido su compañera con condenamiento.

"Bueno, entonces te dejo a ti los demás detalles, Rossede."

La última asintió, y Daniel salió de allí.

Él ya había conversado con Rossede, él ya le había dicho sus planes cercanos y lo que esperaba. Le extrañó que Rossede pareciera molesta cuando escuchaba que las mujeres condenadas estarían sirviendo a Daniel o trabajando cerca del mismo en lo que sea que fueran sus especialidades, incluso para las mujeres que solían ser guerreras, pero como hombre que era, quería rodearse de mujeres y poder darles órdenes a diestra y siniestra, todavía mayormente si eran mujeres hermosas.

Daniel estaba decidido a disfrutar un poco de la vida pecadora de los peces gordos ahora que era un pez gordo, aunque en el infierno, y nada lo detendría.

Sonriendo por las perspectivas futuras, Daniel regresó a la biblioteca y entró bajo la vista de varios guardias lejanos y Abel.

A Daniel literalmente no le importaba para nada la política, él no era bueno en eso ni nada parecido, ni tampoco era un rey sabio que daba órdenes precisas a sus subordinados o un líder caritativo y carismático pero inteligente...

Él era un crío que había vivido poco más de una docena de años, y lo suficientemente cruel como para cumplir su objetivo sin ni siquiera mirar atrás.

Todo tipo de responsabilidad caía en hombros ajenos ya sea de Amadora, Rossede, Maryam, y los demás líderes del clan.

Además de que se encargaría de disfrutar todo lo posible su estado ahora que estaba sobre un futuro realista y que podía ver.

Daniel se sentía contento, él tarareó y en la biblioteca se sentó en la silla principal.

Con una postura relajada de piernas cruzadas, él respiró suavemente y se concentró en el silencio.

Su entrenamiento más importante había cambiado por el momento.

Todavía tenía planes de ir a algunos sitios para matar más demonios o criaturas demoníacas y reunir y refinar su vitalidad, pero por ahora lo más importante era la concentración en su cuerpo.

Leinus era muy claro en sus escritos, tanto que un joven de segundaria como Daniel podía entenderlo, y dictaba que lo más importante en el entrenamiento para un Rey Demonio y superior, era el auto-descubrimiento personal de cada individuo. Ya que mientras más uno se hacía más fuerte, en lugar de adquirir otras características extrañas, liberaba sus características reprimidas por su potencial que le permitían la transformación hacia un estado más poderoso.

Esto significaba que al entrenar y adquirir más poder, uno en realidad rompía las propias restricciones que tenía impuestas sobre sí por ya fuere su potencial, físico o algo más.

Ahora Daniel estaba tratando de trabajar y sentir su nuevo cuerpo lo más que podía, sintiendo las energías extrañas que pasaban por, y dentro del mismo, así como la nueva fuerza de sus ligamentos, músculos, huesos y sangre. Le iba perfectamente dicho esto, porque a lo sumo en uno o dos meses de meditación debería ser capaz de "romper" esa puerta invisible que le impedía ser más poderoso, él lo podía sentir muy claramente. Era como ese sentimiento de cuando estás esperando algo que estás casi completamente seguro de que pasará.

Él también sabía que su cuerpo de alma actual ya no era un simple avatar como los demás condenados, porque mientras más poderoso se hacía, su estado mismo como condenado se iba deshaciendo poco a poco, obteniendo la autoridad para desafiar y pisotear, a la misma autoridad que lo puso en tal estado.

Pero aún así era extraño sentir vivamente el cuerpo de uno aunque sabía que este no era su cuerpo carnal real y que no estaba vivo en realidad...

Ahora era más un fantasma que una persona.

Bueno, un fantasma super poderoso en eso.