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"¡Su excelencia, buenos días!"

Abel gritó con emoción cuando vió a Daniel y Rossede salir.

Daniel asintió al igual que Rossede, luego ambos se dirigieron a la parte trasera de la gran biblioteca.

Abel luego suspiró, pensando en su nueva vida. Él no sabía el por qué Daniel le había otorgado un puesto en el Castillo como este, pero aún así aquí estaba.

Actualmente era el mayordomo principal del líder mundial posiblemente más impresionantes de todos... debido a sus enormes capacidades de poder así como de su inesperados y rápidos logros.

Abel en este momento se sentía como un primer ministro. Aunque luego igual tenía que reírse porque era simplemente demasiado descabellado.

Él sabía muy bien sobre este infierno. Si bien no había estado aquí tanto como la mayoría de otros condenados que conocía, había estado en los tres grandes territorios del Reino infernal. Y tenía claro que el Reino de Hielo era posiblemente el mejor lugar para vivir. Así como de los más bellos paisajes, pero sobre todo... los bellos paisajes de las "personas" en sí...

Debido a que el noventa por ciento de la población eran vampiros, los genes se resguardaban y producían unos físicos simplemente tan hermosos que incluso algunos siendo "feos", para otros vampiros, eran de igual manera hermosos para un ser humano como él, o en respectiva, podían serlo con el cuidado adecuado.

Pero, de hecho, Abel miró el cielo, recordando su tiempo aquí como esclavo...

Los vampiros eran posiblemente los más retorcidos de todas las razas en el infierno, los más extremos algunas áreas algo extrañas...

Pero bueno, eso nunca más me pasará. Ahora mismo estoy aquí porque le caí bien al pez gordo más gordo de todos... incluso aunque tengo que trabajar mucho, todavía no me quejo para nada. Prácticamente tengo libre demasiado tiempo y todo tipo de personas se me acercan... y de hecho, creo que he visto a unas señoritas que me guiñaban cuando salía a la capital... si, es irónico, pero desde que conocí al señor Walker aquí en el infierno, estoy viviendo mejor que en la Tierra. Aunque extraño un poco el coca cola.

Abel sonrió y siguió en su posición. Se podía decir que estaba satisfecho.

.....

Cuando Daniel llegó delante de todos en el patio, y recibió el saludo emotivo y enérgico de los pocos guardias allí, la mayoría de condenados se pusieron nerviosos.

Daniel luego en silencio miró a todos estos condenados como él, y viendo a los siete hombres allí, su ceja se entrecerró.

Hey, incluso para los apuestos vampiros, esto es demasiado... más chicos guapos de mierda. Si esta gente prácticamente murieron en la tierra, entonces al menos deberían ser un poco más viejos, ¿no?

Aunque, mirando las figuras extremadamente "curvas" y "dotadas" de las mujeres restantes de allí, Daniel asintió en complaciencia.

Rossede alzó el ceño, ella sentía algo extraño en la mirada de Daniel a las mujeres extranjeras, o condenadas, y una molestia extraña apareció en su interior, pero no le daba importancia a algo así.

"Bien, guardias, váyanse de aquí, retomen su trabajo, gracias por vigilar a estos extranjeros por mi."

"¡E-Eso no ha sido nada, su excelencia!"

Los soldados con armaduras plateadas instantáneamente respondieron, ellos estaba sobre-extasiados por el simple comentario de Daniel, incluso marchaban con energía mientras se iban y cuchicheaban entre ellos.

Él mismo incluso puso una expresión extraña de hecho.

¿Por qué parecen que recibieron firma de su ídolo? Solo les di las gracias...

Luego se dirigió a los condenados.

"Supongo que en este momento, ustedes deben saber muy bien quién soy, ¿verdad?"

Una mujer de cabello negro y de rostro fino, así como de un cuerpo de universitaria pero muy bien... dotada, dió un paso al frente y se arrodilló, su vestido de seda se desparramó por el suelo.

"Por supuesto, su majestad, sabemos y fuimos instruidos con cuidado para cuando estuviéramos en su presencia, su magnificencia es tan grande que unos meros días no bastarían para definirla, ni siquiera los dioses-"

"Basta". Daniel sacudió la cabeza, y su voz era fría como usual, "No me gusta que me traten así, cuando vayan a responder, solo limítense a eso."

"Mis disculpas, su majestad."

Esa mujer tembló un poco, luego se disculpó, su voz sonaba algo forzada y... con miedo.

Daniel la miró, "Levántate, y dime con sinceridad, ¿me tienes miedo?"

La chica se congeló, con movimientos lentos se levantó, y no se atrevió a decir ninguna mentira porque sabía que para una persona con el poder que se hablaba que tenía Daniel, era simple saber si mentía o no. Por eso ella estaba aterrada, porque si no podía mentir... entonces era probable que ofendiera... a Daniel.

"... S-Si... su majestad."

Ella no se atrevió a mirarlo a los ojos.

Daniel sonrió y miró a los demás.

Ya sean los hombres o las mujeres, estaban tan tensos que de hecho, sudaban.

"No me tengan miedo, en primer lugar, no los lastimaré, y en segundo, nunca más serán esclavos a partir de este momento ni tendrán que seguir donando su sangre."

Mirando las expresiones atónitas de estas personas, Daniel asintió.

"Supongo que deben haber visto a Abel, ¿cierto? Él es uno de ustedes que anteriormente llamó mi atención, y ahora tiene un puesto que cualquiera de esta nación envidia. No sé si sus puestos serán envidiados por igual, pero no los llamé aquí porque los necesito, sino por puro afán."

Los condenados estaban tan incrédulos que todos sin excepciones abrieron sus ojos grandemente. Luego se relajaron bastante, incluso algunas mujeres miraron a Daniel con esperanza y tal vez algo más... en sus ojos.

"Tú, dime cuánto tiempo llevas aquí, y cuál fue tu condenación."

La chica de cabello negro que previamente estaba demasiado pálida, ahora más calmada, respondió.

"Para responder a su majestad, he vivido en este Reino infernal por tanto tiempo que ya he perdido la cuenta... si solo calculara con simpleza, diría que serían de seis mil años en adelante porque a partir de un momento en específico fue cuando llegué a mi primer pueblo en este lugar... y fui condenada al infierno por treinta años y luego a ser ejecutada, principalmente porque las personas que trabajaban para mí cometieron demasiadas injurias..."

"Hmm."

Daniel asintió, él sabía muy bien por los escritos de Leinus que el tiempo corría de manera diferente en la plataforma espectral que en el Reino infernal o el Celestial.

Esto se debía en mayor parte a que como estaba ubicada en el vacío infinito, la plataforma espectral, este continente navegante, no seguía las reglas que seguían el conjunto de mundos a su alrededor. Por lo que habían muchos casos similares de extranjeros que habían sido condenados por pocos años, tales cuales significando su período de sufrimiento para "lavar", su alma, y finalmente siendo ya sea enviado al Reino Celestial o simplemente ejecutado al final. También podrían haber otras opciones, pero Leinus no tenía demasiado conocimiento de esto, lo que principalmente sabía por los demonios que regían una parte de la plataforma espectral y que mantenían un vínculo con el infierno.

Pero fuera de eso, a Daniel le dió curiosidad algo de lo que dijo esta mujer.

"Dices personas que trabajaban para tí, ¿eras alguien importante en tu vida pasada?"

"No me atrevería a mostrar o presumir cargos con alquien tan destacado como usted, su majestad, pero de hecho sí, esta sierva era la hija de una Reina, siendo eventualmente una."

"Oh."

Daniel dijo y miró a los demás, "¿Ustedes también eran personalidades importantes en sus vidas pasadas?"

Los condenados del lugar no sabían qué responder exactamente, por lo que asintieron.

Bueno, era de esperar.

Daniel se encogió de hombros, y después preguntó simplemente, "Entonces, ¿cómo te llamas?"

"Respondiendo a su majestad, he tenido algunos nombres diferentes en este Reino infernal, actualmente me llamo Enai, pero en mi vida pasada mi querida madre me nombró Nea Thea Selene, mayormente conocida como Cleopatra Selene por las personas seculares."

Daniel: "..."

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