1 No quiero perder tu amor: Dudas.

Sus compañeros la notaron diferente el día de hoy: estaba inusualmente apagada y melancólica. Se encontraba reflexionando acerca de sus preocupaciones, lo cual nadie parecía comprender.

Sonó la campana, todos guardaban sus cosas alistándose a ir a sus respectivos hogares y a juntarse con sus familiares o salir con amigos como en cualquier día normal.

—Alto ahí, chica. —Alya llamó la atención de su amiga al ver que esta se iba del salón como un alma en pena.

Marinette robóticamente se levantó de su asiento, ignorando que le hablaban y antes de salir de la sala sintió como le tocaban el hombro así que se giró a ver quién la detuvo.

—¿Qué sucede Alya?. —Preguntó la azabache distraídamente y viendo a su amiga confundida.

—Eso mismo me pregunto. Ni siquiera miraste a Adrien cuando se despidió. —dijo la ojidorada preocupada, examinando los ojos a su amiga.

La franco-china, simplemente suspiró agotada por el comentario de su amiga. Claramente la blogger esperaba que reaccionara como normalmente lo haría; locamente enamorada.

—Realmente, no me siento muy bien.

Habló con la voz apagada y bajando la mirada. Era bastante notorio su desánimo, sus hombros estaban decaídos, su mirada constantemente se encontraba en el piso y sus ojos no tenían el mismo resplandor de todos los días.

—¿Por qué?. —Interrogó la de lentes, le extrañaba el comportamiento de su mejor amiga pues no sabía que pasaba por la mente de esta y ella era como un libro abierto normalmente, excepto por hoy...

—Me rindo. —Soltó de pronto, con un tono de resignación.

Alya supo de inmediato de que estaba hablando.

—¿Qué? Ni siquiera haz intentado… —Preguntó sin entender el razonamiento de la peliazul.

—He hecho lo posible por acercarme a él, pero siento que no está siendo frutos. —Dijo con un suspiro, los ánimos se le iban solo al pensar en ello—. ¡Me volví su acosadora, tengo su horario, montones de fotos de su cara en mi pared! ¡Incluso robé su celular para que no supiera que me gusta! Al fin veo que lo que hice está muy mal. —Mencionó muy avergonzada de su comportamiento anterior.

—¿Por qué de repente cambiaste de opinión? Ayer parecías igual de loca por él. —Razonó la morena

—No lo sé.-se giró dispuesta a irse- espero mañana estar de humor. Nos vemos.

—Si, nos vemos.-Se despidió no tan convencida de las palabras de su amiga. Su naturaleza curiosa le instaba a indagar más las causas que tenía la azabache para dejar su amor por el ojiverde.

Por su parte, el joven modelo desde el último rechazo de la heroína de traje rojo con motas negras, se quedó pensando. ¿Algún día lograrían sus sentimientos llegar a Ladybug?. No estaba seguro de soportar otro de sus rechazos. Ya se estaba cansando de todo esto.

—Plagg, no quiero seguir con esto. —De repente pronunció esas palabras, tomando por sorpresa a su kwami y preocupándolo.

—¿De qué hablas? .—Preguntó el mágico ser, sorprendido por la mirada desilusionada de su portador. ¿Acaso había perdido el deseo de ser Chat Noir? ¿Acaso ya no le hacía sentir libre?

Justo en ese momento se escucha gente gritando y se les puede ver corriendo desesperados por las calles anteriormente tranquilas de París.

—¡Plagg, transfórmame!.

El kwami entró al anillo, convirtiéndole en Chat Noir. Se acercó a la escena, encontrando a una adolescente akumatizada. Después de una batalla en la que ambos héroes resultaron victoriosos, sonó el pitido del miraculous de Ladybug, seguido del de Chat Noir, se despidieron y cada uno siguió su camino. Sin coqueteos ni rechazos, fue extraño pero ninguno comentó al respecto pues estaban muy apresurados.

Marinette entró por la ventana que antes de salir dejó abierta, y se puso el pijama. Quedó dormida pensando en cómo viviría de ahora en adelante.

A la mañana la ojiazul se despertó algo más temprano de lo que acostumbraba, se alistó y buscó unas galletas para Tikki.

—Marinette, ¿Segura qué estás bien?. —Preguntó la kwami preocupada por su portadora.

—Si, Tikki —suspiró con anticipación—. Ya es hora de irnos.

—¿Cariño, con quién hablas?. —Interrumpió Sabine, su madre, al oírla murmurar.

—¡Ah! Con nadie, e-estaba pensando en voz alta. —Mintió nerviosamente, tartamudeando y luego hablando demasiado rápido. La azabache mayor la miró con intriga.

—El desayuno está listo. —Avisó entrando al comedor.

—Buenos días. —saludó Tom, su padre, cálidamente.

La menor de las azabaches besa en la mejilla a sus dos padres después de saludarlos.

—Desayuna no queremos que se enfríe. —La apresuró la mujer de rasgos asiáticos.

Después de esa pequeña conversación la adolescente se dirigió a la escuela totalmente tranquila, cosa que nunca pasaba. Su amiga al verla llegar tan temprano se sorprendió.

—¿Estas bien, Marinette?. —Dijo, después de saludarla, entre broma y preocupación.

—Solo estoy ansiosa, no estoy segura de cómo actuar frente a él de ahora en adelante.

Se le notaba muy preocupada y miraba de un lado a otro esperando no encontrarse con el chico que robó su corazón.

—Decídete pronto, ya llegó. —Avisó señalando con el dedo discretamente a quien se encontraba a dos metros de distancia de su amiga.

Marinette puso una cara de espanto y antes de girarse a ver a su compañero Alya procuró cambiar el tema de conversación, distrayéndola.

—¿Viste a Ladybug mirando a Chat Noir con unos ojos soñadores?. —Agregó de último con una mirada coqueta.

—¡¿Q-qué?! ¿C-cuando? —Gritó sonrojada y sin creer lo que su amiga comentaba.

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