1 PRÓLOGO Parte I

— ¡Vamos, ya es hora de levantarse! ¡Arriba! ¡Ya! — gritó molesta la guardiana mientras le pegaba a los barrotes de las celdas.

Shit, empecemos otra vez.

Con pereza me talle los ojos, respire profundo y con pesar me levanté.

Me coloqué mis tenis, tomé mi toalla de baño y caminé hacia las duchas.

Me quité el uniforme y la ropa interior, me coloqué enfrente de las guardianas y ellas comenzaron a mojarme con las mangueras, mis dientes tiritaban, más no me quejé, ellas simplemente se burlaban. Traté de asearme los más rápido posible.

Me cambié y salí hasta el comedor, tomé la bandeja con la asquerosa comida y me senté al lado de mi compañera Teresa.

— Te ves del asco — dijo mirándome divertida.

— Y tu tan radiante como siempre — hablé ironca. Aunque no era del todo mentira, su piel bronceada y sus ojos azules la hacían lucir radiante y viva, a comparación mía, yo estaba casi tan pálida como el papel, los huesos de la cara se me notaban. Mientras ella gozaba de un cuerpo con curvas, yo parecía un cadáver andante. 

— Lo sé — respondió con egolatria fingida y rió — sientate quiero darte una buena noticia — señaló con emoción el lugar de enfrente.

Me senté y comencé a jugar con la comida, que podría servir como cualquier cosa excepto como tal. Tenía partes con moho y decidí dejarla en el plato al ver una cucaracha en ella.

Teresa estaba un poco nerviosa, lo pude notar al ver que también revolvia la comida, su comida si se veía apetitosa, era la favorita de Rita, la guardiana, quien siempre trataba de cortejar a Teresa, pero ella no le tomaba importancia y simplemente aceptaba lo que Rita le enviaba.

Suspiró, me miró y sin pensarlo lo soltó.

— El juez a reducido mi condena — bajó la mirada unos segundos después me miró.

— Eso es genial —contesté —¿cuánto tiempo? — ella llevaba casi lo mismo que yo, 3 años y la habían acusado de robar unas joyas de suma importancia, la habían condenado 15 años.

— Saldré dentro de 2 semanas, Sean ha conseguido un buen abogado que ha reducido casi toda la condena, ha tenido que rogar a sus padres para que pagaran el abogado, es una millonada lo que pide pero sus servicios son garantizados.

Seguía nerviosa, no lo entendía se supone que tenía que estar feliz ¿no?

— ¿Qué te preocupa?  — pregunté — al fin podrás estar con tu familia y tu hijo — traté de animar, realmente no semejante daba lo de animar a la gente.

— Tu te quedaras aquí...  — su desanimado se hizo notorio en su voz.

Cerré los ojos con cansancio y respire, tomé sus manos y la miré.

— No te preocupes por mi — solté — tienes un lindo hijo y un esposo que te esperan, Isaac no puede crecer sin su madre — ella soltó una lágrima — yo estoy aquí por algo de lo que no me arrepiento y lo pagaré con gusto, tu tienes que rehacer tu vida — estreche sus manos — aunque saliera de aquí no tendría un lugar a donde ir ¿me entiendes? Asi que tu vive por mí y disfruta lo que yo no puedo ¿de acuerdo? — Asintió con la cabeza — voy a estar bien — le asegure.

Ella soltó más el llanto y saltó a abrazarme, yo solo le di unas palmaditas.

Después de esa charla, hablamos de cosas triviales mientras me compartia de su comida, ya que la mía era un asco, continuamos asi hasta que sonó la campana indicando  que podíamos salir al patio.

Lo mejor que podíamos era hacer ejercicio y comenzamos a jugar a ver quien aguantaba más haciendo lagartijas o quien corría más rápido. 

Así fue lo siguiente del día, nada interesante.

Nos despedimos y cada una entró en su respectiva celda.

Estaba cansada, por lo que rápidamente me quedé dormida. 

.

Solté un gruñido por el gran alboroto que se hacía en el pasillo, ¿que demonios se hacía a las 3:00 de la mañana si no dormir?

¿Es que ya no se respetaba ni la hora de descanso?

Opte por soportar lo duro de la cama en mi cabeza y colocar la almohada encima de mi cabeza en busca de silencio. Por algunos momentos lo logré.

— Número 1101 despierta — habló una de las guardianas — seras transferida, asi que levantate, ahora — abrió mi celda.

Que buen día.

Me levanté y me disponía a preparar mis cosas.

— No te lleves nada, no lo vas a necesitar a donde vas — respondió con acidez.

¿A donde diablos me llevaban?

¿Una cárcel de lujo?

Lo dudaba.

Tenía tanto sueño que ni siquiera pregunté.

Mejor para mi si me mataban, no tendría que pudrirme dentro de una celda.

Caminé sin menor oposición, sinceramente ya no me importaban que hicieran conmigo.

Todas estaban nerviosas  y algunas lloraban, entré la multitud pude visualizar a Teresa.

Oh mierda.

Ahora si estaba desconcertada.

¿Qué hacia ella aquí si ella saldría en un par de semanas?

Realmente le importaba un carajo lo que le hicieran a ella, ¿pero por que involucrar a su amiga?

En cuanto Teresa sintió la mirada de Ada, fue rápidamente hacia ella empujando a las demás.

— ¡Ada! — gritó y la abrazó — ¿sabes que esta pasando? —preguntó, ella negó.

— ¿Crees que nos liberen ya?

JA

Eso ni siquiera lo dudaba, la respuesta era obvia.

— No lo creo — negó — ¿tu que haces aquí?

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