1 Capítulo 1: El principio.

||Micaela Harrison||

La clase de física en definitiva, no es mi favorita. Pero debo soportar todo esto para sacar una buena nota.

Sara: Hey Mica, ¿en qué piensas?.

Sara Ross, una de mis mejores amigas, ella es un poco agresiva cuando anda de mal humor pero se puede confiar en ella, es una excelente persona y la aprecio demasiado.

Micaela: En nada.-dije avergonzada-.

Sara: A mi no me engañas, tú andas pensando en tu Romeo.-dijo riendo-.

Micaela: No es mi Romeo, y claro que no estoy pensando en él.

"Mi Romeo" ¿su nombre?, Mateo, es tan perfecto. Llevo enamorada de él hacía apenas unos meses, nos llevamos muy bien, aunque para mi es un amor imposible, porque él me dijo que le gustaba una chica maravillosa, y yo en definitiva, no lo soy.

Sara: ¿Entonces en qué piensas?.

Micaela: En lo aburrida que es ésta clase.-Era una experta cambiando de tema-.

Sara: Ni me lo digas, odio los números, son muy difíciles para mi.

Micaela: Estoy de acuerdo contigo.

La clase por obra de un milagro, terminó.

Mateo: Hola, señorita Harrison.-saludó con esa bella sonrisa que tiene-.

Micaela: Mateo, ¿qué tal?.

Mateo: Todo bien.

Micaela: Y, ¿a qué se debe tu visita?.

Mateo: Estoy sentando detrás de ti. No seas una exagerada.

Micaela: Vaya, ahora yo soy la exagerada, ¿quién lloró por qué se manchó con mayonesa?.

Mateo: Nunca más vuelvo a molestarte. Bueno, venía a decirte que en el receso quisiera preguntarte algo.

Micaela: Falta mucho. ¿Por qué no ahora?

Mateo: Solo espera, ¿ok?.

Micaela: Está bien.

Mateo: Bueno, adiós preciosa.-Me dio un beso en la mejilla. No lo puedo creer, ¡me dijo preciosa!-.

Estoy ansiosa por escuchar esa misteriosa pregunta.

Romina: ¿Hola?. Micaela Harrison Smith, o me haces caso o sino, recibirás un buen golpe.

Romina Crowell, mi mejor amiga, mi hermana, ella es una de las que llamo mejores amigas, aunque mi relación con ella es más cercana, ama leer al igual que yo. Nos conocemos prácticamente de toda la vida.

Micaela: Perdón, Ro, andaba pensando en otras cosas.

Romina: Sara tenía razón, estás loca por tu Romeo.-dijo burlona-.

Micaela: No, claro que no. No siempre pienso en él.-respondí con nerviosismo-.

Romina: ¿Que te dijo el Romeo para que estés tan pensativa?.

Micaela: Me dijo que quería preguntarme algo.

Romina: ¡No lo puedo creer! ¡Te pedirá que seas su novia!.-Gracias Romina, me acabas de dejar sorda con tu grito-.

Micaela: ¿Qué?. No lo creo, me dijo que le gustaba una chica "maravillosa", y yo no lo soy.

Romina: Oh vamos, tú eres maravillosa, ¿cuándo admitirás que eres una chica irresistible?.

Micaela: Nunca, porque esa es una gran mentira.

Romina: ¿Eres o te haces?. Ganas de darte un golpe en la cabeza no me faltan.

Micaela: Ya, tranquila.

Romina: Oye, creo que estar mucho tiempo con Adriana, se te pega su lado malo.-bromeó-.

Micaela: Pues si, un poco.-me mir�� de mala manera-. Bien, demasiado diría yo.

Romina: Bueno querida Micaela, ¿vamos a salir al receso o no?.

Micaela: ¡¿QUÉ?!. ¿Ya es receso?.-Estaba muy distraída-.

Romina: Si, genia.

Micaela: Estoy muy nerviosa, debo ir con Mateo.

Romina: Oh, lo había olvidado. ¡Suerte!.

Nos dimos un abrazo y fui a buscar a Mateo.

Lo encontré hablando con sus amigos, al percatarse de que había llegado, se despidió de estos, y caminó hacia mi.

Micaela: Bueno, te escucho.

Mateo: Micaela, seré directo, ¿quieres ser mi novia?.

Micaela: Mmm yo...-no terminé de hablar, gracias a que el me interrumpió-.

Mateo: Si no quieres, lo comprenderé.

¿Qué?. No estoy tan loca como para rechazarte.

Micaela: No tonto, si quiero ser tu novia.

Por fin, lo que tanto anhelaba, había sucedido, espero que esto funcione.

Nos despedimos con un beso en la mejilla y fui en busca de mi mejor amiga.

Romina: ¡¿Y?!. ¡¿Qué te dijo?!.

Micaela: Saluda a la nueva novia de Mateo, querida amiga.

Romina: ¡LO SABÍA!.-hizo un baile muy raro-. Y tú no me creíste. Yo te había dicho que se te iba a declarar.

Micaela: Ya, perdón. ¿No me darás un abrazo de felicitaciones?.

Romina: Claro que si.

Después de esa pequeña celebración, volvimos al salón.

Las clases me parecieron muy aburridas y la hora transcurría lentamente.

Estábamos ahora en clase de Historia.

La campana sonó y cada quien se fue a su casa, literalmente, salimos corriendo.

Y como hoy es viernes, Romina va conmigo, ya que ella se queda a dormir en mi casa, todos los fines de semana.

Adquirimos esa pequeña costumbre desde que ella comenzó a tener pesadillas constantemente.

Actualmente no las tenía, pero ya no podíamos dejar de hacerlo.

Entramos a mi casa, y el olor a pollo asado hizo a nuestros estómagos rugir.

Debimos haber comido en el almuerzo.

Parecíamos unas leonas hambrientas.

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